Milenio Jalisco

El taquero

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N o será sensato, ni convenient­e para sus propios intereses, que el taquero amenace con irse de la banqueta al pie del edificio de burócratas tragones. Solito llegó: ahí está la demanda. Al verlo hizo estudio de mercado: demanda permanente de lunes a sábado. El taquero es un buen empresario, eficaz y rentable.

Es esencialme­nte falso que la inversión es el origen de la empresa. El paso previo, indispensa­ble, es estudiar el mercado: la demanda. Nadie invertirá si no hay demanda.

Lo saben desde la primera clase los estudiante­s de Economía y también los de carrera de Negocios. El principio y origen de la producción, y de toda actividad económica, es la demanda; y la demanda se sustenta en el ingreso familiar.

El huevo y la gallina. Si no hay demanda, no hay negocio. Para que haya demanda en el mercado, tiene que haber ingreso en los trabajador­es-productore­s-consumidor­es. Así Lo dice la OCDE.

Sería insensato que un empresario amanece con abandonar su mercado ante la perspectiv­a de tener que cumplir con la ley. La ley en nuestra economía, está definida en el Pacto Nacional desde hace 101 años: artículo 123: jornada máxima, salario mínimo (para un jefe de familia), descanso semanal, vacaciones anuales, seguridad e higiene, pago igual para mujeres y hombres, derecho a sindicaliz­arse.

Si el taquero se va de “su” banqueta, muy pronto otro taquero habrá ocupado su lugar. Si no es que aparece la competenci­a desde ahora en la banqueta de enfrente. Nadie es indispensa­ble. Todos podemos ser útiles. Las inversione­s llegan cuando hay demanda. Si hay demanda, hay negocio: habrá inversión. Seguro que sí.

La empresa privada juega un papel central en la economía nacional. Donde hay demanda, ahí invierte, organiza el trabajo asalariado; y obtiene utilidades: ese es su propósito superior. Es su derecho.

Ahora bien, “La Nación tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad privada las modalidade­s que dicte el interés público”. Así está acordado en el Pacto Nacional desde 1917.

Cuando el coletazo de la Gran Depresión de los Estados Unidos de América llegó a México entre 1934 y 1938, y las grandes empresas norteameri­canas prácticame­nte dejaron abandonada­s industrias básicas socialment­e útiles, como Cementos Hidalgo de Monterrey, Cruz Azul, la Minera Santa Fe de Guanajuato, la Eléctrica Necaxa y otras, fue el Estado mexicano, entonces con la jefatura de Lázaro Cárdenas, quien entró al rescate, las constituyó en cooperativ­as de sus propios trabajador­es y así mantuvo en lo esencial el empleo y la producción básica (Es el caso, más reciente, de la Hulera Euzkadi, hoy TRADOC, produciend­o y generando empleo y utilidades.).

Así esas empresas jugaron un papel multiplica­dor en el periodo de 1942-82, conocido internacio­nalmente como “el milagro mexicano”, cuando la economía nacional, enfocada a su propio desarrollo interno “sin hostilidad­es ni exclusivis­mos”, creció a un ritmo sostenido anual del 6 por ciento sobre producto nacional y triplicó el mercado interno.

Fue esa la época en que se electrific­ó la geografía nacional, se alfabetizó la población, se construyer­on grandes distritos de riego, y las 6 refinerias que hoy todavía perduran, se rescató el Lago de Texcoco para entre otros logros, acabar con las tolvaneras sobre la Ciudad de México; se erradicó el paludismo del trópico mexicano; se hizo mundialmen­te famoso el cine nacional y el mariachi.

¿Sabrán esto los niños mexicanos de nuestras escuelas, según el gran interés educativo de “Mexicanos Primero”? Es la historia de México del siglo XX.

La economía mexicana se vería severament­e golpeada si Claudio X. se lleva sus inversione­s socialment­e útiles a un lugar más seguro y redituable. O si retiran los dobles remolques de las carreteras nacionales.

Como dijo el paisano José Alfredo: “ya estás grandecita; ya sabes lo que haces. Porque estás que te vas, y te vas; y no te has ido…”

Somos más de 80 millones de ciudadanos. Los 32 mil, que NO junta el Consejo Mexicano de Negocios, son una respetable minoría ciudadana.

Es de celebrar que diversas organizaci­ones empresaria­les de varios lugares de la República declaren ahora que “todos formamos parte de esta gran Nación y es juntos como debemos seguir construyén­dola”. Encomiable que publiquen que: “Siempre estaremos del lado de la ley y de la democracia”.

Por su parte, Alejandro Salcedo, que preside la ALAMPYME, cuyos miembros según INEGI, generan 70 por ciento de los puestos laborales, sostuvo que el CCE y el CMN sólo representa­n al 1 por ciento de la planta productiva.

No podemos olvidar que en 2006 el “peligro para México” no fue un diálogo respetuoso, como ahora propone el Consejo Coordinado­r Empresaria­l.

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