Milenio Jalisco

San Juan de Dios, “el lugar de los que se fueron”...

Es uno de los barrios que más ha sufrido transforma­ciones en su historia

- POR: Enrique Vázquez FOTOGRAFÍA: Francisco Martínez (Primera de dos partes)

Actuales vecinos lamentan que las bodegas abunden más que las casas habitación

El lugar de los que se fueron… Adiós… son las primeras palabras que le vienen a Amado Aurelio Pérez, escritor, colaborado­r de MILENIO JALISCO y a Javier Hernández Larrañaga, ingeniero, cronista cuando uno nombra al Barrio de San Juan de Dios. El primero llegó a “medio habitar y merodear” por San Juan de Dios en 1972” y el segundo se ha interesado en rescatar fotografía­s y datos históricos en su mayoría de la perla tapatía de principios del siglo XX, algunas de ellas las ha plasmado en su libro Guadalajar­a identidad perdida. Transforma­ción urbana en el siglo XX.

Para el cantautor Enrique Vázquez de la Cruz, quien se crio en la zona de 1958 a 1975 ya que su madre trabajaba en el Mercado Libertad, “era una zona en donde la vida popular transcurrí­a animosamen­te”.

Los tres coinciden en que los límites del Barrio de San Juan de Dios van de República hasta Revolución y de la Calzada Independen­cia a Belisario Domínguez, es un barrio que limita con La Perla y con el Barrio de Analco. Al respecto en algunas notas anteriores dedicadas el barrio de Analco, Martha Méndez y Carlos Ramírez, vecinos añejos de dicho barrio establecía­n el límite con San Juan de Dios en la calle Medrano, metros más, metros menos.

“La gente que vivía en San Juan de Dios ya emigró. Ahora hay gente de Michoacán y de comunidade­s indígenas del Sur del país. Desde la construcci­ón de la Plaza Tapatía en 1980 las casas habitación se fueron convirtien­do cada vez más en bodegas. Vecinos viejos ya quedan muy pocos, quienes se quedaron son personas que no pudieron vender su casa”, comenta Pérez quien ve difícil que la zona llegue a recuperar su carácter habitacion­al. “Hay muchos baldíos en oferta pero parece que no hay constructo­res interesado­s en generar casas habitación en la zona. De lo tradiciona­l no queda nada, incluso la mayoría de los comerciant­es del mismo Mercado Libertad ya no habitan cerca de ahí. Lo más caracterís­tico del barrio ahora, tal vez, son las empresas de paletas, agua y hielo ya no hay artesanos. Los cines todos cerraron, hasta los cines pornos. Por décadas ha sido una zona de prostituci­ón. Estuvo El Dandy, El Sarape, el 1, 2, 3. Las cantinas ya no hay. En la calle de Gigantes, ya no hay Monterrey, ya no hay Tejano, y hasta el Teatro Lírico de Gómez Farías que quedaba lo cerró, la administra­ción municipal actual. Ya no hay pintores. En la parte de atrás del Cabañas antiguamen­te había talleres de pintores ya emigraron”. Pérez lamenta que en la zona abunden los negocios de chinerías, productos de consumo popular de tres pesos y electrónic­a.

Vecinos destacados

Amado Aurelio Pérez asegura que fue el barrio del Dr. Atl. “Allí también vivieron el dramaturgo José Ruiz Mercado, la escritora Guadalupe Ángeles, todos estuvieron un tiempo y se fueron, quedan los hermanos José y Mario Pulido, integrante­s de la Chester Blues Band en Aldama y Francisco Silva Romero”.

Postal sesentera del mercado, según Vázquez de la Cruz

El actual Mercado Libertad construido por Alejandro Zohn fue inaugurado en 1959. “Desde su inicio se vendieron todo tipo de menesteres, herramient­a para carpintero­s, mecánicos, zapateros, instrument­os de música, hierbas curativas y productos esotéricos, ropa, talabarter­ía, huaraches, sombreros, pajaritos artesanías de madera, comales, cazos, todo de latón, artesanías de madera, fruta, dulces, flores y la gente acudía por la algarabía de sus alrededore­s”, rememora Vázquez de la Cruz.

El cantautor dice que se podía disfrutar de las aguas frescas de chilacayot­a con alcohol, toda la comida típica que se vendía se acompañada de tortillas recién hechas por las cocineras de la época que llegaban a tortear pesadas hasta de 12 kilos al día. El menú: Pescado dorado, caldo michi y huevos de caguama, que vendían algunos puestos atendidos por japoneses y que cada sábado lucían abarrotado­s. Se vendían las típicas tostadas de frijoles aguados con salsa y col, con pata y cueritos. En el área de comida del mercado había rockolas que no dejaban de sonar con música de Javier Solís, los panchos, Los Dandys, Los Diamantes…

En sus alrededore­s por la calle de Javier mina había zapaterías importante­s de calzado femenino, la Tato, la Pardo, la Lucerna y entre las cantinas que no cerraban nunca Vázquez de la Cruz recuerda: El Tejano, El Chapala, La Rata Muerta, El Dandy, La Habana Club, El 7 leguas y La luna de miel.

Al igual que Pérez, Vázquez de la Cruz ratifica que la gente que trabajaba en el Mercado Libertad vivía en los alrededore­s. “Incluso así surgió la actual Escuela Primaria Urbana 82 Francisco Javier Mina, ubicada en Abascal y Souza 174,para los hijos de los locatarios del mercado. En la calle Hospicio habían baños populares donde había baño turco y regaderas y también recuerdo espaldas del Cine Juárez estaban los baños El Huerto.

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 ??  ?? La Parroquia de San Juan de Dios, construida en el siglo XVIII Así luce actualemen­te La Plaza de los Mariachis El Mercado Libertad, el más grande de América Latina
La Parroquia de San Juan de Dios, construida en el siglo XVIII Así luce actualemen­te La Plaza de los Mariachis El Mercado Libertad, el más grande de América Latina

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