Periodistas, políticos y público en general
Héctor Aguilar Camín hizo hace pocos días, en MILENIO Diario, diversas reflexiones sobre los diálogos y entrevistas de algunos periodistas con líderes políticos y candidatos a cargos de elección popular.
Sus comentarios los retomó Carlos Puig en su programa de televisión, en compañía del referido Héctor y de Jesús Silva-Herzog Márquez. Las críticas y autocríticas que ahí se expusieron me parecen sin precedentes, oportunas y de gran trascendencia. Su honestidad, contundencia y conocimiento de causa —que mucho los honra— pueden ayudar significativamente al periodismo nacional en favor de la democracia.
Carlos Marín abundó en tres columnas consecutivas en esa misma autocrítica.
Reconociendo los espacios de libertad que en el ejercicio de tan noble profesión han conquistado, con sangre y valor, los comunicadores mexicanos, es del dominio público el comportamiento de no pocos de ellos marcado por la arrogancia, las ofensas y desaseos frente a sus invitados e interlocutores. No siempre es resultado de una actitud intencionalmente malévola, lo que sucede es que imperan reglas no escritas, pero comúnmente toleradas, que nadie del gremio había cuestionado expresa y públicamente, mediante las cuales el periodista se arroga las facultades del fiscal que acusa y del juzgador que condena, con o sin pruebas y de manera inapelable, al justiciable, político o candidato que sentado en el banquillo de los acusados debe soportar interrupciones constantes, mofas, gritos y descalificaciones porque, por definición, no es creíble lo que afirme o responda. Si ese “tribunal” es colegiado, excuso decirle a usted la soberbia con que se refocila ante el reo, quien tiene pocas probabilidades de escapar a la emboscada.
Pero eso no siempre fue así. El cambio radical en las relaciones entre periodistas y hombres públicos que se ha dado en el último cuarto de siglo lo definió SilvaHerzog, recordando una frase acuñada en EU que no deja duda: antes, el éxito era cenar con el político; ahora, es cenarse al político.
Hace apenas 25 años Televisa se ufanaba de ser “SOLDADO DEL PRESIDENTE” en turno, hoy se declara diferente. Antes, dominaba la sumisión ante los gobiernos en ejercicio, ahora ser sus críticos, con razones o sin ellas, es prueba irrefutable de independencia y honestidad.
Sin espacio para reproducir aquí el diálogo de los periodistas mencionados, destaco algo de gran importancia: también fustigaron la “esquizofrenia social”, que jamás reconoce el buen desempeño periodístico. Unos, los acusan porque “se
pusieron de tapete” para favorecer al invitado; otros, les imputan haber hecho
“una carnicería” inadmisible. Se trata de filias y fobias, porque hechos iguales se juzgan de manera diferente.
En México urgen sensatez y honestidad, en unos y otros, para vivir en democracia. Pronto le contaré algo que viví.