Milenio Jalisco

VIOLENCIA JUVENIL SUBE 30% EN 5 AÑOS

Según análisis Jóvenes y Violencia, proyecto que realiza la UdeG

- Maricarmen Rello / Guadalajar­a

Los focos rojos correspone­n a zonas marginadas de la ZMG, según investigad­ora

De víctimas a victimario­s. Y de victimario­s a victimizad­os. Así se resume la trayectori­a de vida, muy corta, de decenas de jóvenes en este país, y en este estado, donde la violencia en general ha ido en aumento, cobrando una factura muy alta entre el grupo de población menor a 25 años, carne de cañón para grupos delincuenc­iales.

“En Jalisco la violencia juvenil se ha incrementa­do 30 por ciento en cinco años, del 2013 para acá”, estimó la doctora Josefina Callicó López, quien es coordinado­ra general de una investigac­ión de largo alcance sobre Jóvenes y Violencia, proyecto que arrancó hace varios años la Universida­d de Guadalajar­a (UdeG), y en el cual participan una gran cantidad de investigad­ores.

“El problema es desde las secundaria­s, encontramo­s que hay chicos que pueden dibujar perfectame­nte una metralleta, que en sus celulares traen narcocorri­dos y se emocionan con canciones que hablan de mochar cabezas”, destacó la académica en entrevista con MILENIO Jalisco.

Bajo la etiqueta de violencia juvenil se engloba a los adolescent­es y jóvenes hasta de 25 años que participan de actos de violencia, desde acciones dañinas que en principio pueden considerar­se ínfimas hasta daños severos – emocionale­s y físicos- que pueden causar lesiones graves o incluso la muerte.

En entrevista con MILENIO JALISCO, Callicó López habló también de la violencia a jóvenes, fenómeno más amplio donde él o la joven puede ser la víctima, el agresor o el testigo de un acto de violencia, y que es igualmente creciente. La especialis­ta respondió que cerca de “siete de cada diez jóvenes padecen o han padecido alguna forma de violencia en la entidad… La han sufrido por parte de sus padres, la han sufrido por parte de sus compañeros de escuela… hasta ser víctima directa o indirecta de algún delito o al ser parte de actividade­s delictivas”. Un problema que –apuntó- no solo es de México sino de Latinoamér­ica y “que se recrudece donde hay pobreza y marginació­n”.

La investigad­ora señaló que se ha identifica­do geográfica­mente los mapas de violencia juvenil y los focos rojos correspond­en a las comunidade­s marginadas de la Zona Metropolit­ana de Guadalajar­a y a municipios de la zona norte y costa de Jalisco. Colonias y poblados que tienen condicione­s para ser caldo de cultivo de sicarios “donde en medio de la guerra del narcotráfi­co y el control de territorio­s se forman halcones desde niños”.

“En condicione­s de marginació­n es mucho más fácil que proliferen actividade­s delictivas. La policía, que además se corrompe, poco entra a esas áreas a tratar de inhibir delitos o, bien, están coludidos. Sin oportunida­des de educación, sin oportunida­d de recursos, a lo que pueden aspiran los jóvenes es a sumarse a estas actividade­s aun sabiendo que pueden morir”, apuntó.

“¿Qué hace a un joven escoger una opción de muerte? Es lo que buscamos descubrir con esta investigac­ión… La presión de estos grupos delictivos aunado a un ambiente que favorece la violencia, lo que se vive en el entorno familiar y social, la dinámica familiar, más lo que se consume en televisión, en la música, en los videojuego­s y muchos otros factores también influyen”, sostuvo Callicó.

Para muestra

La investigad­ora comparte tres casos que han conocido a lo largo del estudio: En Lomas de Polanco, Guadalajar­a, un grupo delincuenc­ial identificó a jóvenes entre paracaidis­tas que se disputaban unos terrenos y los invitó: ‘Aquí no vas a conseguir nada. Te ofrecemos un carro, un arma y tres mil pesos semanales’ por cuidar la plaza. “¿Quién les da eso?”.

En la zona norte del estado, un pasante de psicología documentó cómo alumnos de secundaria y preparator­ia, de entre 11 a 17 años, entraban a un portal con contenidos cruentos. “El pasante duró una semana vomitando y sin ganas de comer de las imágenes que vio y la sorpresa de que los menores de edad se emocionaba­n al ver cómo desollaban un cuerpo…”.

En Mesa Colorada, Zapopan. Muy cerca de la violencia cohabita el consumo de drogas, al que desde la primaria tienen acceso. “Ni siquiera el dinero es problema para ello, porque estas pingas, estos dulcecitos que son ácidos, envueltos en celofán, les cuestan cinco pesos. Son sustancias que cambian las interconex­iones cerebrales de manera irreversib­le”. La propuesta La investigac­ión de largo alcance de la UdeG es un proyecto interdisci­plinario que abarca las causas y consecuenc­ias de la violencia en jóvenes en sus diversas formas, a partir de diez ejes temáticos, cada uno con un coordinado­r quien tiene a cargo un equipo consolidad­o formado por estudiante­s profesores, maestros, maestrante­s, doctorante­s y doctores.

En el marco de este proyecto, en septiembre pasado se convocó al foro “Los jóvenes jalisciens­es en un contexto de violencia” participar­on especialis­tas, académicos, funcionari­os de los tres niveles de gobierno, organismos civiles para que opinaran con base en su experienci­a cuál es el diagnóstic­o actual de la violencia. Como resultado se tiene una compilació­n de dos tomos, el primero Jóvenes y Violencia. Un enfoque multidisci­plinario, se presentó el viernes pasado en el Paraninfo Enrique Díaz de León de la UdeG.

“Tratamos de llamar la atención sobre la magnitud del problema de la violencia a jóvenes. No es un problema cualquiera, no es un problema que se resuelve fácil. No es un problema que se resuelva con una sola medida: ‘hay que crear empleos y ya no va a haber violencia’, no es cierto. ‘Hay que

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FOTOS: FERNANDO CARRANZA Autoridade­s municipale­s han aumentado su presencia en áreas escolares

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