Proceso divergente
Para quienes no vivieron o no recuerdan algunos hechos del proceso electoral del 2006 vale la pena comentar algunos sucesos de esa elección presidencial.
El PRI y el PAN (de manera abusiva) en abril del 2005 destituyeron a López Obrador como Jefe de Gobierno del DF por no haber suspendido la construcción de una calle que daba acceso a un hospital privado, esa fue una decisión desafortunada y torpe, tuvo un elevado costo político, no se le acusó penalmente, no se le impidió ser candidato y haberlo convertido en víctima le redituó millones de votos.
El presidente Fox, más que pasión panista sentía repulsa por el abanderado perredista, de ahí que operó abiertamente para impedir el triunfo de éste.
La contratación de propaganda en televisión influyó directamente en el resultado, los partidos pagaron a las empresas miles de millones de pesos y el hecho que el PRD adujera que su derrota se debió a campañas negativas obligó a modificar la legislación electoral para dar paso a la difusión de casi sesenta millones de spots gratuitos para ellos, pero a cuenta de impuestos, en radio y TV en el proceso 2018.
La alianza de facto entre PRI y PAN seguramente sí se dio, una prueba es la conversación telefónica que sostuvieron la maestra Gordillo, dirigente del SNTE, y Eugenio Hernández (gobernador priista de Tamaulipas), después que la maestra le proporciona datos de la elección, le dice: “ya se cayó el PRI”, y el gobernador exclama “¡Eh, muy bien!”, ella lo aconseja: “ante la caída, creo que lo interesante es hablar con Felipe y vendérselo”.
Manuel Espino, presidente del PAN en el 2006, en una entrevista con una reportera de Milenio (julio 2008) reconoció que él había platicado con diez gobernadores del PRI para apelar al voto útil, y afirma: “Sé que seis de ellos apoyaron, de dos tengo duda y dos no lo hicieron, pero creo que le dijeron a Calderón yo te ayudé y a lo mejor se los creyó”. Algunos estudios demoscópicos indican que hasta un millón de votos priistas pudieron haber sido emitidos en favor de Calderón, pero cualquiera que haya sido la cifra no hay duda que el PAN ganó gracias a esos votos priistas.
A Germán Martínez, presidente del PAN del 2007 al 2009, y representante ante el IFE en el proceso del 2006 lo define Luis Carlos Ugalde en su libro Así lo viví como un cínico y arrogante representante que repudiaba a López Obrador.
Algunas divergencias entre ambos procesos, ahora el PAN y el PRD son aliados; ninguno de los actores políticos mencionados apoya esa fórmula; López Obrador es la bestia negra del PRD; Elba Esther Gordillo y los ex panistas Espino y Martínez ahora son fervorosos operadores lopistas; el candidato del PAN está dominado por sus socios; si Anaya llegara a ganar los perredistas gobernarían pues así está establecido en los acuerdos suscritos.
La creciente deserción de cuadros panistas tendrá dos consecuencias, el PAN recibirá menos votos que el PRI, como era el escenario previsto para acordar una transferencia de votos panistas en favor de Meade, posibilidad que se frustró al firmarse la alianza PAN-PRD-PMC. La otra consecuencia es que esa alianza acabó favoreciendo directa y abrumadoramente a AMLO.
Otro hecho en favor de AMLO, hace doce años los candidatos del PAN y del PRI no se enzarzaron directamente y eso permitió que hubiera voto útil, pero la actitud pendenciera de Anaya dinamitó cualquier posibilidad de un pacto PRIPAN, y aunque algunos especulan, lo cierto es que un acuerdo entre estas fuerzas no sólo parece improbable sino inoportuno después de tanto agravio y descalificaciones del panista, además, ¿qué tanta respuesta tendría un acuerdo cupular que ordenara transferirse más de seis millones de votos en un sentido u otro? Anaya, con sus bravuconadas contribuyó enormemente en favor de López Obrador.
Una decisión incomprensible, millones de ciudadanos detestan a López Obrador y sienten pánico de que llegara a ganar, otros rechazan la posibilidad de votar por el candidato más preparado y honesto (de manera irracional) por el solo hecho de estar postulado por el PRI, pero, consciente o inconscientemente prefieren votar a un candidato que sería rehén de un gobierno de mayoría perredista.
En este proceso divergente el resultado será paradójico, quienes van a votar por el PAN lo harán para formar un gobierno de mayoría perredista; los que van a sufragar por el PRI elegirán a un ciudadano no priista; y los que van a votar a Morena ignoran cómo es, realmente, su caudillo, ¿qué tipo de gobierno sería, que estilo de conducción tendría, más preocupante, imperararía la prudencia o la demencia?