No pasa nada en las campañas
Transcurren los días y como si nada pasara en las campañas. Quizá esa es la principal diferencia de esta elección presidencial con las de 2006 y 2012. En ambos casos, a estas alturas del proceso había efervescencia y fluctuaciones en las preferencias electorales que hoy no se ven.
Sí, en esta campaña ha habido agitación, pero todo parece haber terminado con el primer debate y prácticamente sin impacto para el puntero en las encuestas. Si bien es posible que las revelaciones sobre la venta de la famosa nave industrial hayan frenado el crecimiento de Ricardo Anaya, su efecto irrefutable fue la consolidación de Andrés Manuel López Obrador en el primer lugar.
En contraste, entre abril y mayo de 2006 las preferencias electorales dieron un vuelco. La ventaja de casi 10 puntos de López Obrador se esfumó y Felipe Calderón logró ponerse a la cabeza en el promedio de encuestas. Entonces, la campaña que intentaba mostrar a López Obrador como “un peligro para México” estaba en auge, apoyada por un sector de la cúpula empresarial. A eso se sumó la incomprensible y muy costosa decisión del tabasqueño de no asistir al primer debate presidencial.
En 2012, Enrique Peña Nieto se mantuvo al frente en las encuestas. Sin embargo, también entre abril y mayo, Josefina Vázquez Mota cedió el segundo lugar a un López Obrador en ascenso. El descalabro del candidato priista en la Universidad Iberoamericana y el subsecuente surgimiento del movimiento #YoSoy132 sacudieron las redes sociales y el mundo de las noticias. Peña Nieto perdía puntos y López Obrador los sumaba en una tendencia que pudo haberle dado un giro a la elección.
Nada similar hemos visto en las últimas semanas. Los puntos de Margarita Zavala se dispersaron, el choque del empresariado con López Obrador se desinfló y dudo que los cuestionamientos del PRI a la candidatura de Nestora Salgado tengan gran impacto.
Quizá lo inédito hasta ahora es que el puntero parece seguir en ascenso y que el “voto útil”, si lo hay, se estaría decantando a su favor.