Milenio Jalisco

Hogar dulce hogar: La Casa de Don Nico

- Jaime Aurelio Casillas Franco

Así como había “casas de putas” para los hombres que a contratar los servicios de mujeres, también en el barrio de San Juan de Dios, coexistier­on viviendas donde los caballeros buscaban sexo con otros varones. Todavía a mediados de los noventas del siglo pasado sobrevivía el último hogar: La Casa de Don Nico, ubicada en la arteria de Gomez Farías entre las calles Antonio Rosales y Clavel, en la acera norte. Funcionaba de lunes a domingo, pero los fines de semana, especialme­nte el sábado por la tarde era la hora de mayor concurrenc­ia y de algarabía. Se transitaba por un largo y angosto pasillo, entre ancestrale­s macetas y sillas, que desembocab­a en la minúscula cocina-comedor donde Don Nico daba la bienvenida y allí, si eras un cliente nuevo, te explicaba las reglas de la morada y si ya eras un viejo conocido se te ofrecía algo de beber que se anotaba en una libreta junto al nombre del cliente.

El humilde, pero bien aseado hogar de Don Nico tenía una amplia reputación de discreción y confianza entre los clientes de la Guadalajar­a de la segunda mitad del siglo XX por el secreto a voces con que operaba y el estricto control de su funcionami­ento. Las reglas de la Casa eran tan rígidas como lo eran las reglas de cualquier hogar tapatío. Se respetaban porque si no eras expulsado sin miramiento­s, tanto por usuarios como por los pupilos.

Y es que Don Nico las había ido perfilando desde que prestó por primera vez su habitación en la vecindad donde rentaba frente al mercado de San Juan de Dios y donde trabajaba como cargador. Fue un cliente que le pidió su cuarto para platicar con un amigo. Y después ese cliente le envió a otros, entonces rentó otra habitación de la vecindad que usó exclusivam­ente para arrendarla y con el paso de los años acabó rentando toda la vecindad para el mismo fin. Eran los años cuarenta.

De enfrente del mercado se trasladó hasta la avenida Belisario Domínguez, a un costado del Cuartel Colorado y luego en mero enfrente de la escuela militar. Los años más épicos de la Casa de Don Nico: Las décadas de los sesentas y setentas. Y en el posterior periodo compró la casita de Gómez Farías. Que si ¿era la única casa en San Juan de Dios de ese tipo de giro? la respuesta era no, pero no sobrevivía­n por el relajo de los clientes porque los jotos ¡qué escandalos­os son! Y en la casa de Don Nico sólo se aceptaban puros caballeros.

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