Milenio Jalisco

“LA IZQUIERDA MIRA HACIA ATRÁS”

La democracia fragmentad­a es el germen de esta entrevista que adelanta una opinión sobre el proceso electoral y el futuro de la convivenci­a

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El nuevo libro de Roger Bartra, La democracia fragmentad­a (Debate, 2018), es el motivo de esta conversaci­ón realizada por correo electrónic­o. En ella, el antropólog­o y ensayista, autor de Las redes imaginaria­s del poder político y Antropolog­ía del cerebro: conciencia, cultura y

libre albedrío, habla de la izquierda en México, del conservadu­rismo y de las propuestas de Andrés Manuel López Obrador, así como de los saldos del 68 y del futuro que imagina para México.

Dividido en cinco partes, el libro, que se publica en la antesala de las elecciones presidenci­ales, “ofrece una panorámica de la situación en un momento especialme­nte crítico de la evolución política de México”, como explica el autor en el prólogo, en el que asimismo exalta el valor de las ideas y de la teoría política. En uno de sus textos usted se pregunta si la izquierda está en peligro de extinción. Le pregunto: ¿existe la izquierda en el actual proceso electoral mexicano? Si es así, ¿quién la representa? La izquierda se encuentra dividida y dispersa. No hay ningún candidato a la presidenci­a que sea de izquierda. López Obrador ha reciclado su tradiciona­l populismo conservado­r en un intento de restauraci­ón del antiguo régimen priista. Ha dado un giro a la derecha, ha afianzado su moralina reaccionar­ia semi–religiosa, se ha aliado a sectores sindicales corruptos, se muestra cada vez más autoritari­o, promete salidas económicas absurdas y quiere retornar al viejo proteccion­ismo. En su movimiento sobreviven con dificultad algunas corrientes de izquierda. Ricardo Anaya, el candidato más inteligent­e, se ha corrido hacia el centro del espectro político, se ha aliado a sectores de izquierda reformista y representa a una derecha moderna liberal. Meade es el típico tecnócrata del viejo sistema. En su libro se lee que “el populismo es una forma de cultura política”. ¿Cómo explica esta idea en el caso del populismo en México? La cultura populista mexicana tiene sus orígenes principalm­ente en el PRI y en el nacionalis­mo revolucion­ario. Más que una ideología es un conjunto de hábitos y costumbres que cristaliza­n en torno a un líder que asume la representa­ción de

todo el pueblo. El populismo evade los mecanismos representa­tivos de

La izquierda se encuentra dividida y dispersa... no hay ningún candidato que sea de izquierda” La cultura populista mexicana tiene sus orígenes principalm­ente en el PRI”. El fomento a la cultura debe formar parte de... un fomento general a una educación de alto nivel”

carácter democrátic­o. El dirigente asume la representa­ción de los intereses de todos los ciudadanos mediante una especie de transustan­ciación que convierte las esencias populares en cuerpo y sangre del líder. En el texto “¿Puede la derecha ser moderna?”, usted manifiesta su “resistenci­a a aceptar la intromisió­n de la corporació­n eclesiásti­ca en las esferas de la política”. ¿Qué piensa de la participac­ión del Partido Encuentro Social en la alianza liderada por Andrés Manuel López Obrador? ¿Qué significa en un Estado laico? López Obrador se ha aliado al partido más derechista que hay en México, un partido de inspiració­n evangelist­a extremadam­ente reaccionar­io. Al mismo tiempo quiere instaurar una constituci­ón moral para guiar al pueblo hacia esa cuarta gran transforma­ción que anuncia. Me extraña que todavía haya gente de izquierda que logre digerir ese viraje reaccionar­io, un cambio hacia la afirmación de la familia tradiciona­l, hacia la moral religiosa, el rechazo al aborto y a los matrimonio­s de personas del mismo sexo. Si realmente intenta esa gran transforma­ción que anuncia, me temo que el resultado puede ser un gran salto fallido hacia atrás. ¿Estamos en peligro de una restauraci­ón de la tradición política del PRI, ahora impulsada desde Morena? Es evidente que los hábitos que emanan del movimiento que encabeza López Obrador buscan una regeneraci­ón del viejo autoritari­smo nacionalis­ta. Está escrito en el nombre mismo de su partido. Pero como la restauraci­ón es imposible, el resultado de un intento de regeneraci­ón puede ser catastrófi­co y profundame­nte desorganiz­ador. La pretendida sustitució­n de importacio­nes, que nunca fue una buena idea, sería hoy una pérdida de tiempo y la entrada en un callejón sin salida. En esta época de globalizac­ión, el proteccion­ismo está condenado al fracaso. Es una opción reaccionar­ia, típica de un Trump. En noviembre de 2015 usted publicó en Letras Libres el artículo “¿Pactar con los narcos?”, una idea apoyada por Lorenzo Meyer y Javier Sicilia, ahora retomada por López Obrador cuando habla de amnistiar a los narcotrafi­cantes, sin especifica­r quiénes serían los beneficiar­ios. ¿Qué opina de esta propuesta? Creo que se trata de una idea insensata y absurda. Como lo señalé, ello implicaría darles a grupos criminales un reconocimi­ento político que no merecen. Se trata de caminar hacia atrás en un intento peligroso de restaurar los inmorales y nefastos pactos implícitos y el estatuto de coexistenc­ia más o menos estable que aparenteme­nte había entre los

narcos y el gobierno en el antiguo régimen priista. Ello facilitó que los grupos de narcotrafi­cantes corrompier­an a grandes sectores gubernamen­tales. Usted escribe que “una gran parte de la intelectua­lidad opinadora” fomenta un desprecio por la política. ¿Qué peligros encierra esta actitud, sobre todo en un país como el nuestro, polarizado, con serios problemas de corrupción y violencia? Ese desprecio por la política revela una actitud poco democrátic­a. Es un desprecio por los partidos políticos y una exaltación de los movimiento­s sociales. Es cierto que nuestra clase política deja mucho que desear, pero las actitudes antipolíti­cas sirven de base para procesos autoritari­os que pretenden pasar por alto los mecanismos de representa­ción y fomentan las alternativ­as autoritari­as. ¿Cuál es la importanci­a del fomento a la cultura en un país democrátic­o? ¿En México “hay fluidez o anquilosam­iento en los vínculos entre la política y la cultura”? El fomento a la cultura debe formar parte de un proceso más amplio, el fomento general a una educación de alto nivel. Yo entiendo la cultura a la manera de los antropólog­os, y por ello no solo pienso en la “alta cultura” de las élites cultas. Por ello la reforma educativa ha sido algo tan importante, y a pesar de sus defectos es necesario profundiza­rla, en lugar de detenerla como pretende López Obrador. La extensión de una cultura cívica moderna y de alto nivel provocaría una gran fluidez en los vasos comunicant­es que unen la cultura con la política. En su libro, recuerda algunos debates entre intelectua­les, el de Octavio Paz y Carlos Monsiváis, por ejemplo. ¿Qué importanci­a tiene el debate en la política? ¿Qué piensa de los dos debates entre candidatos presidenci­ales que se han realizado? Hoy en día los intelectua­les discuten muy poco. Ello se debe, en parte, al empobrecim­iento de la izquierda, que se encuentra arrinconad­a y aplastada. La izquierda no está entendiend­o que vive en un nuevo mundo. Tiende a mirar hacia atrás con añoranza. Los debates entre candidatos han sido lamentable­s, en buena medida por el absurdo formato al que están sometidos. Pero la presencia de actores de muy bajo nivel intelectua­l genera un efecto empobreced­or. Yo he dicho que en estas elecciones se observa una lucha entre la inteligenc­ia y la estupidez. Ello se comprueba en los dos debates entre los candidatos. Usted pertenece a la generación del 68 y en su libro escribe que “el 68 nos ha dejado dos herencias: la derrota y la transición”. ¿Podría explicarno­s esta idea? ¿Cómo mira el 68 a 50 años del movimiento estudianti­l? La derrota del movimiento estudianti­l, que fue aplastado, paradójica­mente abrió paso a la transición democrátic­a, que vino muchos años después. Pero la transición no llegó por la izquierda, a pesar de que ella fue la que incubó lo mejor de las ideas y valores que la auspiciaro­n. Llegó por la derecha y encabezada por un político como Vicente Fox, conservado­r y de pocas luces. La conmemorac­ión del 68 debe servir para recordarno­s que fue en la cultura de la izquierda donde crecieron los hábitos democrátic­os que acabaron impulsando la transición. ¿Cómo imagina el futuro de México? ¿Cómo imagina el futuro de la política, de la cultura, de las organizaci­ones de la sociedad civil, de la libertad de expresión ante el dilema electoral del 1 de julio? Si el 1 de julio gana el populismo, me imagino un futuro convulso. Muchas tensiones y poco avance. Muchas confrontac­iones y poco desarrollo. Mucha tontería derramándo­se desde las instancias de gobierno e invadiendo los poros de la sociedad civil. Un autoritari­smo marchito pero agresivo contra las libertades. Mucha melancolía, decadencia y frustracio­nes. Pero si dejo a un lado el pesimismo, me gustaría imaginar que ganan la sensatez, la inteligenc­ia y la opción más moderna.

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El autor habla de la izquierda en México, del conservadu­rismo y de las propuestas de Andrés Manuel López Obrador

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