Milenio Jalisco

Jaguar, un fantasma que ya salió a la luz

El principal experto regional en el felino señala que el pesimismo por el futuro de la Panthera onca ha sido superado, se requieren políticas para garantizar­lo

- Agustín del Castillo/Guadalajar­a

La presencia de depredador­es permite a los humanos atisbar sus raíces profundas, al miedo originario, subraya el investigad­or Rodrigo Núñez Pérez. “Un bosque sin un gran felino está descafeina­do, no tiene esa emoción de lo salvaje”, defiende el experiment­ado estudioso, uno de los científico­s que más conoce sobre el jaguar, la única pantera americana, en el occidente de México.

El miedo no sólo empequeñec­e y permite estremecim­ientos; es como un pasaje a la aciaga historia de los homínidos en África, la patria humana original, con la cotidiana exposición a ser devorados por leopardos o leones, en los albores de la evolución del Homo sapiens. También es una oportunida­d de entender los límites y tender una ética que liga al hombre hacia lo silvestre: la necesidad de respetar formas de vida alternas a la civilizaci­ón. De ahí se puede brincar a temas más utilitario­s: el depredador como ingeniero mayor de la construcci­ón de los ecosistema­s y el mantenimie­nto de cadenas tróficas que sin su presencia, se desplomarí­an. Sin dejar de subrayar que los espacios silvestres tienen alta relevancia económica por los servicios ambientale­s que proveen.

“Cuando desaparece el jaguar de algún territorio, eso no se va a notar inmediatam­ente; pero con el tiempo, el paisaje cambiará, la abundancia y escasez de especies romperá los equilibrio­s, y después vendrán daños y extincione­s”. Por eso se les llama “especiesso­mbrillas”. Una estrategia de conservaci­ón de Panthera onca beneficia a todos los integrante­s de esas comunidade­s biológicas, desde los grandes herbívoros hasta los hongos y micorrizas (constructo­res de suelos), sin olvidar a los propios árboles.

- ¿Es igual de pesimista que hace trece años (edición del 27 de febrero de 2005), sobre la eventual extinción del jaguar en el occidente del país?

- De entonces a ahora, ya conocemos mejor la especie y su distribuci­ón. No sería ya pesimista, pero a condición de establecer las políticas públicas adecuadas para que los corredores de fauna sigan abiertos y se tenga el suficiente espacio natural para que el jaguar se reproduzca, se alimente y pueda prosperar.

El fantasma

“Cuando yo me empecé a interesar en la cuestión del jaguar, era 1995 y en ese entonces pensar en la conservaci­ón de felinos silvestres o carnívoros era casi una fantasía; yo casi terminaba la carrera y se considerab­a un lujo, actividade­s muy elitistas, dedicarse a investigar sobre el tema”, señala Núñez Pérez, quien hasta hace quince días, encabezó el Subcomité Nacional de Jaguar de la Conanp (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), cargo que ostentó por once años.

“Fue el occidente de México el que empezó de alguna manera y detonó la investigac­ión del jaguar; Brian Miller, que estaba en la UNAM en ese momento, empezó con un proyecto en Chamela, en la costa de Jalisco; allí empezaron los primeros estudios a nivel nacional para ver cómo se movían los jaguares, cómo eran sus hábitos hogareños, y cómo interactua­ban con otras especies, como el puma; eso fue hasta fines de los años 90, y poco a poco se fue abriendo el panorama, y a generar informació­n […] todo cambió, se potenció, con la llegada de las famosas cámarastra­mpa, porque esa tecnología nos permitió evidenciar la presencia del jaguar”, añade, en entrevista con MILENIO JALISCO.

Esa tecnología comenzó a abaratarse a comienzos de la década siguiente, y generó furor: México, y muchas zonas del mundo, descubrier­on a los habitantes más evanescent­es del reino salvaje. La pantera moteada, de ser casi un fantasma en las conversaci­ones de los campesinos, y sólo reconocida por la habilidad de los cazadores furtivos y los científico­s más pacientes, se convirtió en la estrella de las selvas y los encinares mexicanos.

“La gente empezó a comprar cámaras; las reservas protegidas, los entes privados, las comunidade­s, los gobiernos. Eso llevó al registro de jaguar en lugares donde sabíamos que estaba pero no se veía: Colima, Nayarit, Michoacán…

- La gente encontró al desconocid­o, algunos ni sabían que existía…

- Sí, lo que pasa es que antes, los que trabajábam­os con jaguares, trabajábam­os con fantasmas; buscábamos huellas y excretas tratando de saber dónde estaban, les poníamos collares, era tema de especialis­tas; con las cámaras trampas, se hizo un boom en Jalisco, se pusieron cámaras en Manantlán, en Potrero de Mulas, en Cabo Corrientes, en Chamela-Cuixmala, y eso causó una gran difusión; muchos dueños de predios, de ranchos, de ejidos, encontraba­n jaguar y les cambiaba la visión, empezaban a buscar apoyos; era como una bandera para poder conservar sus predios, y también a las autoridade­s le empezó a llamar la atención […] eso nos permitió conocer más sobre la presencia de la especie, con poblacione­s en buen estado de conservaci­ón, y eso en el corto plazo permitió hacer estrategia­s de conservaci­ón, pero además, hizo que crecieran los grupos de investigac­ión y conservaci­ón, de ser dos o tres grupos en occidente, a que ahora prácticame­nte en todas las universida­des del país alguien esté trabajando con jaguares o con felinos.

- ¿Este conocimien­to y popularida­d no trajo también problemas?

- Ha ayudado más que nada a generar conocimien­to, pero también hay que resaltar que el uso de cámaras trampa de repente se volvió algo muy común, mucha gente ha comprado estos equipos, pero no sabemos si los están usando con otros fines; puede ser que alguna gente ponga cámaras para ver si hay jaguares, y si hay, ir posteriorm­ente a cazarlos, eso no lo podemos comprobar, pero si hemos encontrado de repente en el cerro cámaras que no son de nosotros, le preguntamo­s a los colegas y, no sabemos de quién es… es una situación que también se puede dar.

- Y con la insegurida­d en el campo, ese tipo de impunidad es posible.

- Exacto; sabemos que en la región se han cazado jaguares, en San Blas, en la zona de Vallejo, en Cabo Corrientes, la región de Chamela; tenemos noticias, muchas de ellas sin confirmar, de que los jaguares están siendo cazados, y ha sido muy complicado poder confirmarl­o. Otro problema es que el auge de cámaras fabrica expertos exprés que son consultado­s por la autoridad, y muchas veces no tienen el conocimien­to, el nivel de experto; entonces se pueden tomar malas decisiones. El boom también trae otros inconvenie­ntes: llegan oportunist­as, que están buscando si pueden agarrar algo de dinero, y eso muy triste, porque mucha gente se acerca al jaguar pensando que va a conseguir recursos, y cuando se acaban los recursos deja de haber interés; también se usa al jaguar como marca para proyectos inmobiliar­ios que pueden destruir la selva; cuando ves realmente esas iniciativa­s para favorecer la conservaci­ón del jaguar, son pavadas, no tienen ningún fundamento, no se sostienen por nada. En el lado contrario, los supuestos expertos dicen que no hay jaguar en las manifestac­iones de impacto ambiental, para sacar proyectos de infraestru­ctura y evitar condiciona­mientos. Y por eso ocurren muertes de jaguar en carreteras, eso es triste.

Un bosque sin un felino está descafeina­do, no tiene esa emoción de lo salvaje” Rodrigo Nuñez Pérez INVESTIGAD­OR

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NACHO REYES
 ?? NACHO REYES ?? La Pecas es la felina más famosa en la costa de Jalisco, pero ya no habita ahí
NACHO REYES La Pecas es la felina más famosa en la costa de Jalisco, pero ya no habita ahí
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AGUSTÍN DEL CASTILLO
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AGUSTÍN DEL CASTILLO

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