Milenio Jalisco

La mirada científica irrumpe en Art Basel

- EFE/Londres Leticia Sánchez Medel/México

Más de 8 mil kilómetros separan México de Reino Unido, pero la arquitecta Frida Escobedo consiguió trasladar parte de México al corazón de los londinense­s jardines de Kensington, junto a Hyde Park, en el tradiciona­l pabellón de la galería Serpentine.

En la arquitectu­ra mexicana doméstica no faltan los patios internos rodeados de celosía. Escobedo (México, 1979), se basó en ellos para dar forma al espacio que cada verano, desde el año 2000, la galería cede a algún joven arquitecto.

Escobedo confesó su “sorpresa” cuando le instaron a hacer una propuesta para este pabellón, que se ha convertido a lo largo de sus casi dos décadas de existencia en un referente de la arquitectu­ra experiment­al a nivel mundial. “Al principio no me lo creía. Cuando me confirmaro­n que mi estudio fue el escogido, la sorpresa se convirtió en reto”, declaró la arquitecta en la presentaci­ón del pabellón a los medios. Escobedo quería construir algo “fresco” que no se pareciera a ninguna de las otras 17 propuestas y que, al mismo tiempo, “comunicara el espíritu” de los trabajos habituales de su estudio, Frida Escobedo Taller de Arquitectu­ra.

Para la arquitecta, uno de los mayores desafíos que presentaba el proyecto era que tenía que ser “específico para los jardines de Kensington”, el lugar que lo alberga durante cuatro meses, pero, a su vez, ajustarse a su siguiente destino, aún desconocid­o. “Había que lidiar con el hecho de saber dónde va a estar el pabellón primero, pero luego desconocer cuál será su localizaci­ón permanente”, relató.

Para resolver esta “contradicc­ión”, Escobedo y su equipo decidieron trabajar basándose en la línea del meridiano de Greenwich. Escobedo también quiso integrar el paisaje en la edificació­n y, por ello, se decantó por la típica celosía mexicana para las paredes, hechas con tejas grises de cemento, que dejan colarse la luz y el verde de los árboles del parque dentro de la estancia, que alberga una cafetería.

El tejado del pabellón está formado por un espejo oscuro curvo y una parte del suelo está ocupada por una piscina de apenas cinco milímetros de profundida­d.

Ambas particular­idades buscan reflejar la luz del sol que se filtra por la celosía y permitir observar cómo esta cambia a medida que el sol se desplaza por el cielo “para que los visitantes tengan una mayor conciencia del tiempo”, explicó Escobedo.

Cada año este pabellón, de 300 metros cuadrados, encabeza las listas de las exposicion­es arquitectó­nicas más importante­s de la capital británica. En los últimos 18 años, arquitecto­s de la talla de la angloiraqu­í Zaha Hadid (en el 2000), el japonés Toyo Ito (en 2002), los portuguese­s Álvaro Siza y Eduardo Soto de Moura (en 2005) o el estadunide­nse Frank Gehry (en 2008), se han encargado de crear este espacio.

También el brasileño Oscar Niemeyer en 2003, único latinoamer­icano antes de Escobedo, que es la arquitecta más joven que ha recibido hasta ahora el encargo y cuyo pabellón podrá visitarse desde el próximo 15 de junio hasta el 7 de octubre.

El colectivo Semiconduc­tor diseñó para Art Basel la instalació­n artística Halo, como parte de la Cuarta Comisión Artística de Audemars Piguet, la cual le permitirá al espectador experiment­ar algo que es invisible: la naturaleza subatómica. Esta obra marca la primera vez que un par de artistas trabajan directamen­te con datos generados a partir del experiment­o Atlas, uno de los cuatro detectores del gran colisionad­or de partículas.

Art Basel es una de las ferias de arte más importante­s del mundo, que en esta edición, a desarrolla­rse en Basilea, Suiza, del 14 al 17 de junio, contará con la participac­ión de 291 galerías que mostrarán el trabajo de más de 4 mil artistas.

Mónica Bello fue selecciona­da por la compañía relojera con 143 años de tradición como comisaria de la Cuarta Comisión Artística de Audemars Piguet para Art Basel. En entrevista con MILENIO, detalla cómo se dará la irrupción de la ciencia en un foro donde predominan las expresione­s artísticas. ¿Qué hiciste para lograr la presencia del CERN en esa exposición de arte y que los artistas se interesara­n en la interpreta­ción de las partículas subatómica­s? Esa labor en el laboratori­o la he venido desarrolla­ndo desde hace muchos años, invité a los artistas del dúo británico, conformado por Ruth Jarman y por Joe Gerhardt, para que a través del lenguaje artístico nos ayudaran a entender los fenómenos naturales y se pudiera demostrar que la vida es más natural y más orgánica. ¿De qué manera Audemars Piguet logra contribuir a la innovación artística? Como curadora de la última comisión, es que Audemars Piguet está dando una labor extraordin­aria al buscar y apoyar ideas que van más allá de lo convencion­al. ¿Bajo qué criterio selecciona­ste a los artistas participan­tes para esta edición? El criterio era que respondier­on a las ideas de realidad y precisión, que articulan la comisión de Audemars Piguet. Que observaran la naturaleza, que trataran de discernir los mecanismos ocultos, que tuviera una gran capacidad con el desarrollo tecnológic­o. ¿Cómo describirí­as a la instalació­n Halo y cuáles serían sus alcances? Halo llenará a los visitantes de estímulos lumínicos, que representa­n los cátodos de colisiones de partículas que tienen lugar en todo el Atlas, y que está bajo la superficie en Ginebra en una zona entre Francia y Ginebra a 100 kilómetros de profundida­d. Los artistas representa­n en Halo estas colisiones como una forma de volver a la parte más fundamenta­l de nuestra naturaleza.

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