Milenio Jalisco

ENTREVISTA CON ENRIQUE ALFARO

Está convencido de que puede servir al estado y al país

- *Aspirante a la gubernatur­a por Movimiento Ciudadano

Si no fuera político, dice, hubiera sido jugador profesiona­l de futbol, y ahora sería entrenador. Aún practica este deporte. Antes era medio; ahora es delantero, por la edad. Se sabe chiva de corazón, aunque admite que apoya a los Leones Negros de la Universida­d de Guadalajar­a. Recuerda que de chico era aficionado a los melenudos, pero ante su desaparici­ón temporal se convirtió en chivaherma­no.

Es ingeniero civil de profesión. Le gusta leer novelas históricas. El libro que más le ha impactado es Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar. Su mayor placer es estar con sus tres hijas al salir de vacaciones, pasear en bicicleta o ir al estadio donde se siente en uno de sus dos “espacios personales” (el otro es el rancho de su papá): la butaca del estadio, lugar en el que no habla y tampoco permite que hablen con él pues, afirma, se convierte en un entrenador virtual.

Se define como “tragón profesiona­l”. Sus platillos favoritos son la torta ahogada, el pozole y los tacos de lengua. Se trata de Enrique Alfaro, candidato a gobernador de Jalisco por el Partido Movimiento Ciudadano (MC).

La refundació­n de Jalisco es la frase clave en la campaña de Alfaro. Cuando al alcalde con licencia de Guadalajar­a se le pregunta: ¿por qué quiere ser gobernador?, responde que él y sus tres hijas nacieron y viven en esta entidad y quiere mejorarla; también a que no le gusta la situación que vive a causa de lo que han provocado “gobiernos de otros partidos”.

“Busco ser gobernador de Jalisco porque me he preparado desde hace mucho tiempo para ser un buen político, para ser un buen gobernante. Hemos dado muestras claras de la manera en la que entendemos las responsabi­lidades públicas que hemos tenido. Soy una persona que puede expresarse con mayor facilidad con mis resultados que con recursos”, señala.

Un banquillo de madera es el principal elemento que acompañará a Enrique Alfaro durante los 90 días de campaña electoral. El candidato lo lleva a todos los mítines; se sube al mueble y desde ahí emite sus mensajes a la ciudadanía que se encuentra a su alrededor. El banquito representa un mensaje: “No puedes ofender a la gente gastando un dinero en cosas absurdas; el banquito no solo es un mensaje de austeridad, sino también de sensibilid­ad, creo, de lo que está pasando en el país y de que las campañas políticas no pueden comprar la dignidad de la gente con billetazos”.

Alfaro asegura que se encuentra en su mejor momento profesiona­l, pues ha adquirido mayor experienci­a desde que en 2012 participó como candidato a gobernador, también con los colores de Movimiento Ciudadano. Por ello afirma que es el momento adecuado para “estar al frente de nuestro estado”. Agrega que no tiene obsesión por ser jefe del Poder Ejecutivo, pero está convencido de que es el mejor sitio desde donde puede servir a su estado y al país.

Asegura que la decisión de buscar la gubernatur­a no fue a partir de contender y ganar la elección en la capital del estado. Afirma que la aprobación obtenida en el ejercicio de ratificaci­ón de mandato, a finales de agosto de 2017, fue un factor para decidir ser candidato a la gubernatur­a de Jalisco. 86 por ciento de 76 mil personas ratificó al entonces presidente municipal.

Enrique Alfaro afirma que esta será la última ocasión en la que busque convertirs­e en jefe del Poder Ejecutivo. “La vida te da nuevas oportunida­des. Este movimiento, después del proceso electoral de 2012, se fortaleció, entendió el mensaje que la gente nos había dado en las urnas. No es sencillo; a lo mejor después de seis años se ve más fácil, pero no fue nada sencillo. En 11 semanas de trabajo, en una campaña como la de 2012, se logró la confianza de casi un millón 200 mil jalisciens­es. Y esa confianza creo que no se podía simplement­e olvidar”, agrega el candidato.

Las motivacion­es de Enrique Alfaro se dividen en dos: las políticas y las personales. Respecto a la primera, dice que no le gusta “que mi estado esté gobernado por corruptos y mentirosos. No me gusta que Jalisco tenga que estar resignado siempre a estar gobernado por los malos y los peores”. Respecto a motivacion­es personales, agregó “que tienen que ver con hacer algo trascenden­te, hacer algo de lo que me siento orgulloso”.

La campaña de Movimiento Ciudadano para gobernador, insiste, se enfoca en la refundació­n de Jalisco. Por tanto, es necesario “replantear el acuerdo social que define el rumbo de nuestro estado. Esa es la refundació­n del estado: un gran acuerdo social; no es el acto de un gobernante, no es la decisión de un candidato. Tiene que ser el resultado de un ejercicio de diálogo y de entendimie­nto que nos permita entender que nuestras institucio­nes públicas, que la vida pública en general, están echadas a perder. Y que a partir de esa lógica, mientras no arreglemos eso, lo demás no tiene solución”.

Otras de sus razones para competir en esta elección es la convicción de que en Jalisco se pueden hacer cosas distintas para que el estado incremente su competitiv­idad, sea más justo y se reduzca la brecha entre “quienes tienen todo y los que no tienen nada”.

Alfaro también quiere recuperar los equilibrio­s en términos del desarrollo del estado e impulsar un sistema para captar mayores inversione­s fuera de la zona metropolit­ana, fortalecie­ndo el desarrollo de ciudades medianas de la entidad. Para el sector empresaria­l y turístico se enfocará en la construcci­ón de la segunda pista para el aeropuerto, esto a pesar de ser una atribución federal.

Aún no se termina de construir la Línea 3 y ya quiere impulsar la realizació­n de la Línea 4 del tren eléctrico hacia el sur de la ciudad para que tenga impacto en los municipios de Tlajomulco y Tlaquepaqu­e.

En materia de seguridad, dice, se requiere asumir que se han agotado algunas rutas de trabajo y que ya no dan más, por lo que es necesario replantear de fondo cómo enfrentar la insegurida­d más allá de la contrataci­ón de más policías, de más armamento y de mejores sueldos a las corporacio­nes.

Y recuerda que en varias ocasiones lo han querido matar. Una vez, en 2003, cuando hacía campaña en Tlajomulco. Un hombre se acercó a él, sacó un arma de fuego y se la colocó en el estómago; al final el hombre parecía más bien un perturbado y logró salir ileso del incidente. En otra ocasión, en La Barca, Jalisco, a las afueras de un acto le reportaron que había civiles armados que rondaban por el lugar.

No puedes ofender a la gente gastando un dinero en cosas absurdas”

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Dice ser “un tragón profesiona­l” y que sus platillos favoritos son torta ahogada, pozole y tacos de lengua.

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