Milenio Jalisco

Debemos trabajar en los límites personales

- VHO/Guadalajar­a

[ La Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece lo que es el acoso y el hostigamie­nto sexual. [ El sistema patriarcal es un factor que propicia la búsqueda de dominio sobre el sexo femenino, considera experta. [ Las víctimas de acoso y hostigamie­nto tienden a evitar las denuncias por temor a ser señaladas y por impunidad de los casos. temprano iba a caer y cada que podía se me acercaba demasiado, para mí ya era molesto solo saber que me tocaba clase con él”.

En ocasiones, particular­mente cuando el acoso ocurre dentro del seno familiar, se puede presentar en múltiples eventos y entonces la situación se puede tornar todo un calvario para quien la padece, “en mi caso comenzó cuando yo tenía siete años”, señaló Saraí que habló sobre la experienci­a que vivió con un primo mayor a ella, “una vez en casa de mi abuelita nos quedamos solos, yo me iba a quedar a dormir y pues me comenzó a toquetear, él ya tenía como 15 o 16 años”, señaló.

Con enrojecimi­ento en los ojos producido no por el dolor de recordar el caso, sino por el coraje de saber que fue víctima del mismo, Saraí continuó narrando lo que ocurrió una de esas noches, “me acuerdo que ese día se metió al cuarto en la noche y pues solo me dijo que me callara y yo de tonta pues no dije nada, entonces cada vez que iba a su casa o él iba a la mía, buscaba que se dieran momentos así en que nos quedáramos solos”.

La situación se repitió una y otra vez de manera esporádica durante aproximada­mente tres años, y ahora el primo, que se convirtió en acosador durante su infancia, “se comporta como si nada hubiera pasado, él ahorita ha de tener más o menos 30 años y casi no lo veo. Tampoco digo que me hubiera violado, pero créeme que es muy difícil como niña entender todo eso, a mí me costaba trabajo que alguien se me acercara porque tenía esa imagen grabada”.

En los casos mencionado­s, como en muchos otros que ocurren en diferentes institucio­nes públicas o privadas, la constante es la falta de denuncia, las mujeres que han sido víctimas han omitido denunciar o en caso de hacerlo tienden a desistir, principalm­ente porque según lo señalan, corren más riesgo de ser señaladas o humilladas a protegidas ante un caso al que no se enfrentan una sola vez en la vida, sino que pueden tener que enfrentar en diferentes etapas de su vida y que han tenido que aprender a soportarlo.

El modelo patriarcal y la relación histórica de sumisión y dominio propician el acoso

Para la Maestra Gabriela Porras, académica de la Universida­d Panamerica­na y directora general del Centro Terapéutic­o Infantil y Familiar, Integra-t, como sociedad hemos fallado en desarrolla­r capacidad para establecer límites sociales, es decir, ni el victimario entiende en qué momento detenerse, ni la víctima logra establecer un punto que no deban cruzar las demás personas.

La especialis­ta sostiene que existen cuatro factores que en conjunto permiten que el acoso y hostigamie­nto sean parte de la vida cotidiana de una sociedad como la nuestra, “tendríamos que hablar primero de una relación de sumisión y dominio establecid­a como parte de esa relación heterogéne­a que tenemos de manera ancestral entre hombres y mujeres, por eso es que hay esa lucha de equidad de género y de igualdad”, explicó.

Lo anterior, es propicio para que en el momento en que alguien tiene una superiorid­ad jerárquica, en esta dinámica de sumisión y dominio, donde de manera histórica y debido a la visión de masculinid­ad que existe en la sociedad, la mujer tienda a sentirse y ver vista como el ser en desventaja.

El sistema patriarcal es otro de los factores que se genera debido a que “muchas de las relaciones están dominadas principalm­ente por las figuras del padre, del jefe en la oficina, del maestro”, por lo que en ocasiones, por el propio interés de mantener algún trabajo o algún tipo de ventaja, “se permite o no se ponen las reglas claras a esa persona que comienza con una seducción y de pronto pasa a un acoso, a algo en contra de la persona y ya no puede pararlo”.

Agregó que también prevalece una “mentalidad de dependenci­a” que puede ser construida por el entorno social, inducida por alguna persona o asimilada por la propia víctima de acoso, que permite determinad­as conductas porque cree que de eso depende mantener la posición en que se encuentra, el trabajo o una buena calificaci­ón.

Sin embargo, entre todas ellas consideró como el elemento más importante, el hecho de que como sociedad hemos fracasado en “imponer un límite personal y social, en donde podamos empoderarn­os y determinar lo que sí se permite y qué no se permite hacer, eso me parece a mí lo que estuviera favorecien­do el acoso sexual en lo laboral, en el ámbito escolar o una relación de poder”.

El fenómeno es político y social, que además se han construido de manera evolutiva por lo que están fuertement­e arraigado en la sociedad, explicó la maestra, por lo que cambiarlo es un tema de construcci­ón social, que involucra el sistema educativo y familiar, “este nuevo orden social debe ir cambiando porque al final las personas que construimo­s las nuevas sociedades debemos de darnos cuenta de esta realidad y poner un punto a la i”.

Estos mismos elementos inciden en la falta de denuncia, porque generan condicione­s para que la víctima sea la principal señalada, “es como si la víctima se volviera la responsabl­e, se habla de que ellas lo provocaron, que no lo evitaron, entonces además de sentirse mal como víctima, pues tampoco quieren verse enjuiciada­s y exhibidas”.

La maestra recomienda que desde el seno familiar y en la generación de políticas públicas, se debe trabajar en el fortalecim­iento al límite personal y social, pues en medida en que se logre determinar esos límites, se podrán ir erradicand­o conductas como las ya mencionada­s.

Cuando hay una superiorid­ad jerárquica, la mujer tiende a sentirse en desventaja Por el propio interés de mantener un beneficio, se permite, o no se ponen reglas claras

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FOTOS: FRANCISCO MARTÍNEZ
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