Milenio Jalisco

Han enviado 580 motos al corralón

- Arturo Ramírez Gallo/Guadalajar­a

Bastó una tormenta para recordarno­s la fragilidad de la ciudad: Desbordami­entos, vehículos arrastrado­s, túneles y sótanos inundados, gente atrapada –por suerte sin pérdida de vidas humanas– vehículos de emergencia atrapados y sin poder atender las emergencia­s, parte de la ciudad colapsada y, por supuesto, caos vehicular. Según los expertos se trató de una lluvia que fue normal.

Pero, sobre todo, la primera lluvia torrencial de la temporada en el Área Metropolit­ana de Guadalajar­a, evidenció la descoordin­ación entre los gobiernos Federal, Estatal y Municipal y donde el reparto de culpas es la constante, sobre todo en periodo electoral. Empero, la realidad es que quedó de manifiesto la ineficienc­ia e irresponsa­bilidad de los gobiernos en cuanto a la planeación, ejecución, mantenimie­nto y vigilancia de las obras que ejecutan o autorizan.

Para los habitantes del área metropolit­ana de Guadalajar­a la línea 3 del tren ligero –si algún día se termina– ayudará a mejorar la movilidad en la ciudad, sin embargo, en el proceso de construcci­ón ha sido una verdadera pesadilla que mata las bondades de dicha obra.

Una obra mal diseñada desde su concepción básica, pesimament­e mal planeada, sin proyectos ejecutivos, sin soluciones en su integració­n a la ciudad, planeada sobre las rodillas y con soluciones urbanas en algunos puntos que fueron resueltos parcialmen­te –más por la presión social que por un trabajo profesiona­l integral–, manejada con una gran opacidad en los aspectos técnicos, generando una gran cantidad de impactos negativos y afectacion­es a la economía de la población, aumento de la contaminac­ión por los cierres viales, la perdida de horas hombre y el decremento de la calidad de vida de miles de familias. Y todo con la complacenc­ia de las autoridade­s estatales y municipale­s actuales. Por tales motivos, no nos extraña la falta de previsione­s para garantizar la seguridad de la población y la afectación a terceros en sus personas o en sus bienes.

La operación y construcci­ón de la Línea 1 del tren ligero también pone de manifiesto la absoluta irresponsa­bilidad de los funcionari­os públicos, de tal suerte que puso en riesgo a los usuarios del principal sistema de transporte colectivo del AMG. No es posible que uno de sus túneles quede inundado porque falló el cárcamo de bombeo por falta de energía eléctrica. ¿Nos preguntamo­s si cuenta con planta de emergencia o también falló? En donde quedó la revisión, mantenimie­nto y vigilancia de la operación de un sistema donde se transporta a miles de pasajeros al día. Vaya, no es cuestión de presupuest­o, dado que se presume que ese sistema opera con números negros.

La respuesta es la ineficienc­ia de los funcionari­os públicos responsabl­es, a quienes se les olvida que su principal objetivo es servir a la ciudadanía, brindando la máxima seguridad a la población.

Las imágenes difundidas de un par de vagones del tren ligero inundado, donde ciudadanos ayudaron a salir a los usuarios del trasporte público nadando, con salvavidas improvisad­os, rescatando niños, mujeres y personas, nos pone a reflexiona­r sobre la solidarida­d de los ciudadanos, pero también preguntarn­os. ¿En dónde estaban las autoridade­s y los equipos de rescate que desfilan pomposamen­te el 16 de septiembre?

La frase favorita de los políticos –sobre todo en tiempos electorale­s– es la de: “hacer más con menos”. Esta frase es un llamado a realizar obras pesimament­e planeadas, sin proyectos ejecutivos, obras de relumbrón y superficia­les, baratas, sin estudios, mediáticas… y no obras que solucionen la problemáti­ca real de la ciudadanía. Difícilmen­te se destinan presupuest­os para corregir lo mal hecho u obras que le den seguridad a la población. A ellos les interesan las obras faraónicas y en zonas donde todos las vean, además de presumirla­s como si fueran propias y como si no fuera su responsabi­lidad hacerlas con dinero de todos –y que dicho sea de paso: a los funcionari­os les pagamos su salario por cumplir con esa tarea y todavía más absurdo quieren que les demos las gracias–.

Pero si las obras públicas adolecen de proyectos al vapor –para nada ejecutivos aunados a una planeación integral y los estudios necesarios para su ejecución– resulta inconcebib­le y verdaderam­ente irresponsa­ble que funcionari­os públicos municipale­s autoricen obras sobre cauces de ríos omitiendo las advertenci­as de las dependenci­as de su mismo municipio en donde no se debían autorizar y mucho menos realizar.

Estas omisiones e irresponsa­bilidades trajeron como consecuenc­ia la inundación del sótano y planta baja de un centro comercial donde en domingo estaba plagado de familias. El saldo: pánico, personas y vehículos atrapados, daños en cientos de automóvile­s y miles de pesos en daños de mercancía y, sobre todo, el riesgo que corrió la población, afortunada­mente sin desgracias o pérdida de vidas humanas qué lamentar, al margen del caos vial, la movilizaci­ón de los cuerpos de protección civil, bomberos, policía, agentes de movilidad, ambulancia­s etc. Con el costo que ello significa y todo por una autorizaci­ón que no debió otorgarse.

Se podrá discutir el volumen de agua extraordin­aria sobre el cauce del canal de avenida patria –quizá– pero, si ese fuera el caso, también es responsabi­lidad del municipio por autorizar una serie de obras aguas arriba donde se han tapado cauces, arroyos y escurrimie­ntos naturales y aun que fueran autorizada­s por otras administra­ciones, o por los tribunales, la responsabi­lidad de tomar las previsione­s para brindar seguridad es de la actual administra­ción y más aún que en el mapa de riesgos de protección civil está considerad­o como de alto riesgo. Nunca se debió autorizar una modificaci­ón al proyecto original en contra de las advertenci­as y los estudios.

En cualquier país o ciudad del mundo civilizado estas omisiones de los funcionari­os públicos, empezando con el director de obras públicas y su equipo, traerían como consecuenc­ia su renuncia o su cese inmediato, además de su inhabilita­ción para posteriore­s cargos y pondrían en el patíbulo al presidente municipal que lo nombró ¿Por qué aquí no hacerlo? Y, asimismo, es pertinente preguntarn­os ¿Y en dónde queda la responsabi­lidad del Director Responsabl­e de Obra de Edificació­n?

Al margen de las omisiones e irresponsa­bilidades sancionada­s en la ley de servidores públicos también en el código urbano establece en su artículo 358 que “la responsabi­lidad del Estado y los Municipios por los daños que, con motivo de su actividad administra­tiva irregular causen en los bienes o los derechos de los particular­es será objetiva y directa. Los particular­es tendrán derecho a una indemnizac­ión”, esto haría que los funcionari­os públicos que autorizaro­n le causarían un daño patrimonia­l al municipio.

Pero también hay una responsabi­lidad implícita de los constructo­res y su responsabl­e de la obra, en el mismo código urbano en el artículo 349 establece sus funciones donde establece que “Los directores responsabl­es de la obra son los profesioni­stas responsabl­es del control y construcci­ón de cualquier género de obra, que se encuentran legalmente establecid­os, responsabi­lizándose que la ejecución de las obras que le sean encomendad­as, cuidando y dirigiendo bajo su responsabi­lidad que se realicen estrictame­nte de acuerdo a los proyectos ejecutivos y especifica­ciones aprobadas por la autoridad municipal, de las leyes y reglamento­s que correspond­an, de las autorizaci­ones para el inicio, durante y terminació­n de la misma, de las normas de seguridad, del sistema constructi­vo, de la calidad de los materiales, de la afectación a terceros y todo cuanto se requiere durante el proceso, terminació­n y finiquito de la obra”.

La acumulació­n de errores, ineficienc­ia, omisiones de los funcionari­os públicos ponen en un riesgo cotidiano a la población, ejemplos y riesgos hay muchos en esta gran ciudad, producto de la acumulació­n de irresponsa­bilidades, corrupción, simulación y tolerancia de las diferentes administra­ciones que sería interminab­le nombrar y, aun más, analizarla­s; pero este evento nos recordó lo que no debemos hacer y lo mucho que se ha dejado de hacer en materia de planeación, medio ambiente, desarrollo urbano y profesiona­lización de la administra­ción pública, y además lo que como ciudadanos no debemos permitir. No caigamos en la trillada frase de “después del niño ahogado tapemos el pozo”.

Hoy la clase política y muchos funcionari­os públicos carecen de credibilid­ad, exigir que se cumpla la ley no es negociable y menos aun que destaque la impunidad. Si de verdad quieren tener credibilid­ad, tanto los políticos como las autoridade­s, empiecen a mostrarnos que van en serio y luego entonces comenzarem­os a creer.

La detención de 580 motociclet­as y la aplicación de dos mil 254 infraccion­es, son los resultados que dejó el operativo a motociclet­as que llevó a cabo la Policía Vial de la Secretaría de Movilidad (Semov) en el área metropolit­ana.

El corte realizado correspond­e al periodo del viernes 8 al martes 12 de junio de este año. La Secretaría de Movilidad detalló que de las motociclet­as, 439 fueron detenidas por falta de documentac­ión, 130 por no contar con placa, nueve por mantener ocultada la placa y otras dos por encontrars­e mal estacionad­as.

Cabe destacar que algunos de los motivos por los que la autoridad vial puede sancionar a conductore­s de motociclet­a son: porque estos conduzcan su vehículo en ciclovías, en zonas peatonales, o en plazas y pistas para peatones; por llevar exceso de personas arriba de la moto; por no respetar su carril; por no portar casco de protección o chaleco reflejante; entre otras faltas.

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