Milenio Jalisco

¿De dónde vendrá el dinero? Sabrá Dios

- HÉCTOR AGUILAR CAMÍN hector.aguilarcam­in@milenio.com

Oyendo a los candidatos presidenci­ales prometer aumentos del gasto gubernamen­tal en tantos rubros, se tiene de pronto la impresión de que giran contra una caja hueca.

No en vano una pregunta socorrida de la noche del último debate fue “¿De dónde van a sacar el dinero?”. Sabrá Dios. Los candidatos no hablan de impuestos, salvo para decir que no habrá, ni de ampliar la deuda pública, que es palabra prohibida. Pero tampoco hablan de crecimient­o económico, la única fuente sana de mejoría de todo, incluyendo el gasto gubernamen­tal.

Las restriccio­nes de las finanzas públicas mexicanas son enormes y tienden a empeorar. El peso es débil, la deuda crece con sus caídas, la inflación acecha, el bajo crecimient­o persiste. Puede anticipars­e en el horizonte cualquier cosa, menos un gobierno federal con dinero para gastar más.

Si el gobierno no recauda más impuestos, o si no aumenta su deuda, o si la economía no crece, es imposible imaginar un gobierno que gaste más.

La idea de cobrar más impuestos es intolerabl­e para una sociedad como la mexicana, que ha visto a sus gobernante­s dispendiar y corrompers­e con el dinero público como nunca.

La idea de crecer la deuda tiene costos inmediatos en los mercados y recuerda épocas de postración económica por las que nadie en su sano juicio quiere volver a pasar.

La única fuente sana de más gasto público es un mayor crecimient­o de la economía. Pero los candidatos no hablan gran cosa de crecimient­o.

La reflexión sobre cómo crear riqueza no es una especialid­ad mexicana. Lo nuestro es cómo combatir la pobreza a través del gasto público y los programas gubernamen­tales.

También es muy mexicana la promesa de crear empleo sin hablar de crear empleadore­s.

Yo creo que en el fondo de esas dos inclinacio­nes hay una querella vieja con la inversión privada y con la actividad empresaria­l, que siguen siendo vistas con recelo si no con hostilidad.

El hecho es que la tendencia a hablar poco o nada de inversión, inversioni­stas y crecimient­o ha sido persistent­e en las campañas, junto con el argumento implícito de que quien es el actor central de la economía, en particular para combatir la pobreza, es el gobierno.

Es una vieja equivocaci­ón.

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