Milenio Jalisco

Tiempo transcurri­do

- Gonzalo Oliveros goliveros@me.com

partir de ayer, la atención del votante está muy lejos de las aburridas, predecible­s, tibias campañas. El balompié se llevará los ojos y discusione­s en redes y cafés.

Se acabó el tiempo para una contienda normal.

Ahora, solo queda otro tipo de medias para que el entornado cambie su decisión el primero de julio. Nada fácil a partir de herramient­as de competenci­a limpias y legales.

El PRI vive un momento curioso. Pese a que las encuestas dan una tunda en cuanto a la percepción del electorado hacia sus candidatos, los equipos de campaña a nivel federal viven este periodo en una calma sorprenden­te. Confiados en el movimiento territoria­l y algún as que tengan bajo la manga, la confianza en el triunfo de Meade pudiera parecer risible o, peor aun, tramposo.

Caso contrario es el de Ricardo Anaya y compañía. Los frentistas se saben en desventaja: no tienen la simpatía de la mayoría y están bajo persecució­n legal por parte de instancias gubernamen­tales. A simple vista, pareciera que el enojo de la administra­ción actual va más allá de una mera competenci­a electoral. Pareciera un asunto personal, enojo que destruye a todos.

A eso, habrá que agregar los pleitos locales como en Jalisco. El PAN cree que se juega su superviven­cia con un candidato que sea más reaccionar­io que los demás -si es posible-. El resultado llega a ser patético como lo qué pasó el pasado viernes, cuando los equipos del frente no sabían cómo agrupar a los distintos candidatos al gobierno de Jalisco.

En camino contrario, los simpatizan­tes de López Obrador comienzan a actuar como gobierno. Algunos, como era de esperarse, con cuchillos afilados ante sus adversario­s en una evidente visión no de justicia, sino de venganza. Tantos años de persecució­n mediática pueden afectar a algunos, otros solo lo hacen como deporte nacional donde el sacrificio es la forma de cobrar viejas facturas.

Así, el fútbol deja la elección casi resuelta en el aspecto nacional. Jalisco tiene aun cuentas donde los escándalos zonales -como Arboledas Sur o las inundacion­es de Plaza Patria- desean pegar los avances en preferenci­a de los punteros y, de paso, de su líder político.

Negocios normales en una deslavada contienda llena de campañas de lodo en redes sociales.

Eso, si antes no aparece la bomba de la que todos hablan sin saberla, como cuento de García Márquez que versaba sobre algo terrible que pasaría a un pueblo.

Hasta qué pasó. A

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