La nueva normalidad de Trump
Desapegado de la corrección política, de escándalo en escándalo y bajo el acecho de investigaciones judiciales, parecía que Trump no llegaría al final de su mandato. Por meses, la posibilidad de un
impeachment fue tema recurrente, sobre todo en los medios más críticos hacia el presidente.
Hoy, pese a los escasos cambios sustantivos, la sensación de su caída se ha ido. Trump sigue siendo el mismo, la separación de menores inmigrantes de sus familias es el escándalo del momento y las investigaciones siguen su curso: Paul Manafort, su ex coordinador de campaña, ya está en la cárcel y Michael Cohen, su abogado personal, podría tener el mismo destino.
Nadie conoce el desenlace de estos pro- cesos, pero es evidente que esos asuntos ya no provocan el grado de escándalo ni la percepción de colapso inminente que había hace apenas un año, ni siquiera en la prensa más incisiva.
En parte, esto se explica por la situación económica: un crecimiento de 2.2 por ciento y una tasa de desocupación de 3.8 por ciento con casi 2.8 millones de empleos no agrícolas creados en su administración.
Si bien entre el público estadunidense en general su aceptación se mantiene en niveles ligeramente superiores a 40 por ciento, el presidente tiene a su favor el apoyo inalterable de su base: 90 por ciento de los republicanos conservadores que celebran los avances en materia fiscal o migratoria.
Por encima de todo, creo que el mayor cambio es que lo que se veía como una aberración se ha ido volviendo rutina: las formas y los escándalos de Trump son la nueva normalidad en Estados Unidos.
La actuación aparentemente insostenible con la que Trump inició su mandato no lo convirtió, como se pensaba, en víctima ceremonial del
establishment al que desafió. Por el contrario, todo indica que es ese establishment el que se ha ido acomodando al presidente.
La crítica de algunos medios se mantiene, pero hoy solo atrapa a los detractores habituales de Trump. Ese juicio también ya es parte de la nueva normalidad y, como todo lo demás, ya no genera la sensación de que esa presidencia pronto va a terminar.