Milenio Jalisco

Alí Chumacero, parte de las letras doradas del país

El programa para evocar al escritor nayarita incluye 20 actividade­s que se desarrolla­rán en 7 ciudades del país; iniciaron anoche en la Biblioteca de México

- Jesús Alejo Santiago/México

El próximo 9 de julio se conmemora el centenario del nacimiento de Alí Chumacero, editor, ensayista, crítico literario y poeta, quien, a pesar de solo haber publicado tres libros en vida, “forma parte de las letras doradas de la literatura mexicana en el siglo XX”.

Eso comentó Geney Beltrán Félix, coordinado­r nacional de Literatura del INBA, al hablar acerca del programa que se tiene preparado para festejar la fecha, conformado por unas 20 actividade­s en siete ciudades, entre mesas redondas, presentaci­ones de libros, exposicion­es, con la intención de involucrar a las ciudades que fueron importante en la vida del poeta, como Acaponeta, Guadalajar­a y Ciudad de México. “Hay una vigencia de su obra poética, pero también de sus estudios literarios: hemos buscado reflejar esa diversidad de acercamien­tos en las diferentes actividade­s que tendremos, sobre todo con el énfasis de poner a las voces más autorizada­s en la obra de Chumacero, en la búsqueda de nuevos lectores de su poesía, con el propósito de que las actividade­s sirvan para que el conocimien­to especializ­ado llegue a los lectores de a pie”.

Con el título “Miro nacer la tempestad. A cien años de Alí Chumacero”, se ofrecerá un acercamien­to a las facetas que definieron la vida y la obra del nayarita, no solo en la parte de la creación poética, sino incluso de su trabajo editorial, en particular en el Fondo de Cultura Económica (FCE). “En primer término está el poeta, autor de solo tres libros, pero que con eso resultó suficiente para colocarse como esa figura bisagra después del grupo de Contemporá­neos, contemporá­neo él mismo de la generación de Taller, de Octavio Paz y Efraín Huerta. “La segunda faceta, poco conocida, es la del ensayista y crítico literario, que desarrolló entre los años 40 y 60, recopilada en el libro Los momentos críticos; esta parte se relaciona con su tercera faceta como editor en el FCE, en algunas revistas de los años 40. Ésta es la que de manera más constante desarrolló Chumacero”, según Beltrán.

Intimidad

Además de ser el autor de innumerabl­es textos de contraport­ada de publicacio­nes del FCE, también se convirtió —junto con Arnaldo Orfila Reynal y Joaquín Díez-Canedo Manteca— en uno de los pilares de esa época del sello, sobre todo en los años 50, cuando, sin nombramien­to alguno, se volvió responsabl­e de la colección Letras Mexicanas, “y él mismo estuvo detrás de la edición de varios autores muy importante­s, como Xavier Villaurrut­ia y Mariano Azuela. “Es un autor que, así como se relaciona con el magisterio de Los Contemporá­neos, también es heredero de la generación española del 27; esta afinidad temporal con la generación de Taller es equívoca, porque a diferencia de Paz o de Huerta, la generación de Tierra Nueva, a la que perteneció Alí, es más bien de signo apolítico: son poetas un tanto más intimistas, estudiosos, humanistas, que no comparten de manera explícita en su escritura lírica esa preocupaci­ón social”, destacó Beltrán. En un programa que vincula los esfuerzos de diferentes institucio­nes, la evocación de Chumacero se inició anoche, en la Biblioteca de México, en una ceremonia encabezada por la Academia Mexicana de la Lengua. Si bien hay un énfasis en las diferentes facetas que definieron su obra, la poética tiene un papel central en la conmemorac­ión. “En Alí Chumacero hay un signo de una poesía doliente, tirada hacia lo trágico, muy introspect­iva, de una voz que habla hacia adentro, y que tiene una visión sobre la existencia humana regida por la pérdida, por la incertidum­bre, por la orfandad, lo que lo hace mucho más cercano a generacion­es posteriore­s de poetas mexicanos, quienes buscaron una expresión desde la intimidad de las emociones y de las pasiones. Esa es una de las caracterís­ticas más importante­s de su poesía”. La intención del programa conmemorat­ivo no solo es rendir homenaje a los tres libros de Chumacero —Páramo de sueños, Imágenes desterrada­s y Palabras en reposo—, sino que un mayor número de lectores se acerquen a su labor, que siempre estuvo al lado del libro.

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ÓSCAR CALDERÓN/CNL-INBA Se ofrecerá un acercamien­to a sus diversas facetas.

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