Y un día después, a cambiar las reglas
L a vida se construye por momentos y decisiones, algunas más intensas y trascendentes que otras. Ayer, Jornada Electoral, fue una de ellas, en el que se recapitula un pasado para proyectarlo en un futuro. Un momento, con decisiones personales, en el que aún giramos en torno al mal menor, partidos políticos que nos ofrecieron más personas que proyectos, que entusiasmaran, que despertaran un rumbo que trascienda los seis años o tres años. ¿Y ahora?
1. Someter a revisión serena nuestro sistema político-electoral que aún descansa y gira en los partidos políticos; sí, esos desacreditados, con poca confianza, secuestrados por grupos internos, sometidos a grupos externos; partidos políticos pragmáticos, de coyuntura, que ofrecen lo mismo, sólo distintos por los rostros de sus dirigentes y propuestas en momentos electorales.
Es necesario, urgente, replantear el que en México los partidos políticos sean “entidades de interés público” (Art. 41, I de la Constitución Política de los EUM), fundamento con el que todo gira en torno a ellos y se les otorga un financiamiento (prerrogativas) ofensivo. Ironías y contradicciones. Los pueblos indígenas en México son sólo reconocidos como “comunidades” de “interés público” y no reciben el mismo trato, aún como comunidades, como con los partidos políticos (Art. 2, A, VIII, CPEUM).
2. Someter a revisión la comunicación política. Es necesario construir un nuevo modelo de comunicación, no invasivo (espotización de la política) con su extensión hecha dinámica llamada “debates de candidatos”. Ni uno, ni los otros, han comunicado. ¿Qué diferencia hay entre un spot comercial (la promoción de un shampoo) y un spot de candidato-partido? Incluso, los ahora debates terminaron siendo una extensión de los spots con dosis de reality show. En la medida que se centra y reduce la comunicación a lo masivo, incluso lo ahora personalizado a través de redes digitales (más invasivas que la espotización), el contenido se diluye, se simplifica y propicia la polarización. Se requiere creatividad, innovación, que rompa el sometimiento de la comunicación política al mercado de los medios.
3. Simplificar las estructuras y operación de las estructuras electorales (organismos y tribunales electorales locales). Con un Instituto Nacional Electoral (INE), con sus Juntas Locales, se duplican funciones, costos y financiamiento, haciendo más aberrante y ofensivo el costo electoral. No tengamos miedo a encontrar una fórmula que preserve la soberanía de las 32 entidades federativas con un organismo nacional.