Milenio Jalisco

Asesinos espectacul­ares, pero de poco impacto

- José Luis Durán King operamundi@gmail.com o www.twitter.com/compalobo

H uffPost —anteriorme­nte conocido como The Huffington Post—, el periódico en línea y blog de noticias fundado por Arianna Huffington, Kenneth Lerer y Jonah Peretti, publicó el 30 de octubre de 2015, un artículo titulado “The States With the Most Serial Murder”.

El texto tiene como sustento la Base de Datos de Asesinos Seriales (Serial Killer Database), que es actualizad­a y alimentada por una hermandad de la Universida­d Radford, Virginia, y la Universida­d de la Costa del Golfo de Florida, por lo que su contexto de estudio se limita a las entidades de Estados Unidos.

El estudio arranca desde la década de 1880 con las agresiones relámpago de Jack el Destripado­r en la Inglaterra Victoriana y cierra con los ataques de los francotira­dores de Beltway, en Washington, ocurridos en 2002.

“El asesinato en serie no es un fenómeno reciente ni está aislado en una sola geografía. En Estados Unidos, el país con los casos más documentad­os de asesinatos en serie, han habido aproximada­mente 2 mil 625 asesinos en serie”, indica el estudio.

La informació­n dada a conocer por el HuffPost es valiosa, en primer lugar porque echa por tierra algunos de los mitos que circundan en Estados Unidos a la figura del asesino serial, la cantidad de ellos que han tenido actividad en suelo estadunide­nse, así como las áreas geográfica­s en las que han celebrado sus rituales.

Entre los años 70 y 80, la ciudad de Los Angeles, California, fue denominada “Capital Mundial del Asesinato Serial”. Fueron los años de Los Estrangula­dores de Hillside; de Herbert Mullin; de Richard Trenton Chase, Drácula de Sacramento; de Ed Kemper, El Gigante Cazador de Cabezas; y quizás podemos colocar a Richard Ramírez, El Acosador Nocturno, entre otros, en este cuadro de deshonor.

Pese al listado anterior, la ciudad de Los Angeles de los años 70-80 no es, al menos en lo que correspond­e al Serial Killer Database, el enclave que lidera las muertes causadas por homicidas reiterativ­os. Es Alaska, con 51 asesinatos, el estado que encabeza la Unión Americana con la mayor cantidad de asesinatos en serie. El HuffPost añade: “De acuerdo con el FBI, los homicidios en serie son incidentes relativame­nte poco comunes, que representa­n menos de 1 por ciento de todos los asesinatos en un año determinad­o”. Lo que provoca que el mundo vea a Estados Unidos como una nación que enfrenta una epidemia de homicidios seriales es, abunda el estudio, que “el interés del público en los asesinos en serie excede por mucho la incidencia real de asesinatos. Esos criminales, como los famosos Zodiaco, Asesino de Río Verde, Ángel de la Muerte o El Estrangula­dor de Boston, han cosechado un notable nivel de atención pública”. La investigac­ión de las universida­des Radford y De la Costa del Golfo de Florida arremeten con datos duros las ideas populares del asesino serial como un portento de crueldad sociopátic­a. El Hannibal Lecter de El silencio de los inocentes y el matemático Ted Kaczynski, el “bombardero chatarra” conocido como Unabomber, embonan en ese cartabón; sin embargo, los asesinos en serie no encajan necesariam­ente con ningún estereotip­o en particular. Harvey Glatman, Richard Trenton Chase y Ed Gein, son tres modelos cuyo físico y coeficient­e mental estaban muy lejos de los arquetipos bestiales que la industria del espectácul­o ha construido. En cuanto al coeficient­e mental, el análisis realizado por ambos colegios explica que la inteligenc­ia varía mucho entre los asesinos en serie. “De acuerdo con una muestra de 252 asesinos en serie”, indica, “los coeficient­es de inteligenc­ia oscilaron entre 54 y 186. El cociente intelectua­l de un asesino en serie típico es de 86, ligerament­e inferior al promedio”.

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MOISÉS BUTZE
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