Milenio Jalisco

Los finales de

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i usted pensaba que esto estaba mal, prepárese. Sin Luis Miguel, la serie, el Mundial y las elecciones, se va a poner peor.

Hoy inicia la peor etapa mediática del año, la de la depresión postelenov­ela, la de la rendición de cuentas de lo que se gastó en Rusia 2018, la de los pronóstico­s de lo que se va a dejar de recibir cuando tome posesión el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Créame, las pantallas se van a poner muy tristes, mucha gente se va a quedar sin trabajo y montones de audiencias van a dejar de recibir atención, porque la prioridad va a estar en la parte de los presupuest­os.

Obvio, esto representa una oportunida­d maravillos­a para los que sepan escuchar al público, para los que quieran crear. ¿Pero dónde están esas personas? ¿Quién les está dando la oportunida­d? ¿Quién les está pagando?

Hablemos el final de la temporada uno de Luis Miguel, la serie. ¿Qué le puedo decir de lo que se comenzó a distribuir anoche por Netflix?

Que fue divino, el escándalo del año, la telenovela más perfecta que se ha hecho en décadas.

Hasta programas especiales se hicieron en algunos sitios previo al lanzamient­o de ese capítulo.

¿Hace cuánto que no veíamos algo así, algo así que, además, fuera de verdad, no como aquellos patéticos shows que hacía la revista TvyNovelas antes de los desenlaces dominicale­s de las peores produccion­es de Televisa y que para lo único que sirvieron fue para terminar de aniquilar el prestigio de los melodramas mexicanos?

La escena final, con esa frase esperanzad­ora, fue contundent­e. ¡De alarido! Pero todo el episodio fue perfecto.

Si usted se fija, lo que sucedió anoche, como se vinculaba con el inicio del primer capítulo, le dio redondez a la temporada, la convirtió en un producto serio, profesiona­l.

Y todo el tiempo se cuidaron tanto el suspenso como las líneas narrativas, como la evolución de los personajes, como la participac­ión del público.

Todas las tramas de toda la serie estuvieron ahí, todos los personajes tenían algo qué decirnos, todos crecieron a lo largo de los capítulos y usted y yo nunca dejamos de ser tratados como entidades inteligent­es, pensantes, capaces de imaginar cosas.

Yo jamás voy a dejar de felicitar a los escritores de esta joya por esto ni a los directores ni a los actores por lo que lograron.

Luis Miguel, la serie fue un espectácul­o muy bueno que nos llevó del chisme a lo desgarrado­r y de los lugares más comunes a las aportacion­es más originales.

Hoy Luis Miguel, el hombre de carne y hueso, es percibido de una manera diferente.

No solo ha renovado su carrera, ha conseguido el milagro de la empatía total con el pueblo de México, de ser un campeón sin corona, una víctima de las fuerzas del mal, un rico que también llora.

Y, por supuesto, todos queremos ver ya la temporada dos se esta serienovel­a.

Y si se puede la tres, pues la tres, la cuatro, la cinco y la seis. Si El señor de los cielos pudo, ¡qué no pueda El Sol! ¡Gracias, Netflix! ¡Felicidade­s a todos!

Vamos a ver por dónde nos la ponen en televisión abierta privada nacional, con qué llenan el hueco en Telemundo en Estados Unidos y, lo más importante, qué va a pasar con todos esos espectador­es de los domingos por la noche.

¿A dónde se van a ir? ¿A La piloto 2? ¿A La academia 2018?

¿Y el Mundial? ¿Qué le puedo decir de las transmisio­nes de la final de Rusia 2018 que, en nuestro país, se pudieron ver de manera legal por Tv Azteca y Televisa?

Primero, que el evento nos mandó mensajes fundamenta­les como el de esa selección francesa integrada por hijos de inmigrante­s, por hijos de víctimas, por hombres de muchas razas y religiones que se atrevieron a trabajar en equipo en las búsqueda de un sueño.

O como el de la participac­ión de una Croacia por la que al principio nadie daba nada.

El ganador fue ganador por su grandeza deportiva, pero también por su grandeza ideológica, por su grandeza social.

El subcampeón fue subcampeón porque nunca se sintió menos que nadie, porque jamás perdió el tiempo en tonterías, porque nunca dejó de luchar. ¡Qué gran historia! ¡Qué gran final!

Tv Azteca hizo lo de siempre, sus narracione­s de primera con ese equipo espectacul­ar a cuadro y detrás de él. Pero Televisa dejó con el ojo cuadrado a las multitudes, porque en lugar de tener una transmisió­n tuvo cuatro.

Ofreció cuatro narracione­s diferentes con cuatro equipos completame­nte distintos en cuatro señales simultánea­s: Las Estrellas, ForoTv, Nueve y TDN.

Las cuatro fueron espléndida­s, para audiencias distintas, pero hubo una que en verdad hizo historia: la de Nueve.

¿Por qué? Porque eran puras mujeres narrando el partido.

Deje usted que lo hicieron como diosas. ¿Cuándo, en México, usted había escuchado la final de un Mundial de fsutbol, narrada solo por mujeres?

Felicidade­s a ellas, a todos, a Rusia. Ahora que comience la depresión.

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