Milenio Jalisco

SEGUNDO TÍTULO.

Miembros de la comunidad francesa en la ciudad y aficionado­s al equipo galo se reunieron ayer para el partido que finalizó con gritos y festejos

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El presidente de Francia, Emmanuel Macron, vivió la final sin atenerse al protocolo: celebró eufórico cada gol de su equipo ante el estupor del mandatario ruso, Vladímir Putin, y del líder de la FIFA, Gianni Infantino, que no se movieron de sus asientos en cada uno de los seis tantos. Decenas de miembros de la comunidad francesa en Guadalajar­a festejaron con emoción el triunfo.

Francia metió su cuarto gol en el segundo tiempo del partido, y la afición supo entonces que se coronarían campeones del mundo, “¡ya ganamos!” gritó una francesa que reside en Guadalajar­a, mientras otro ondeaba de lado a lado la gran bandera de su país.

Decenas de miembros de la comunidad francesa que radica en Guadalajar­a, y algunos aficionado­s que apoyaban al equipo europeo, se reunieron ayer para presenciar la final del Mundial 2018. El restaurant­e Honneur Bistrot fue uno de los puntos de encuentro.

El sobrio espacio, ubicado en Niño Obrero, colgó unos globos con los colores de la bandera de Francia en la terraza y encendió los televisore­s listos para el encuentro. Los franceses llegaron desde temprana hora para ver el juego, y de paso desayunar. No importaba que fuera de mañana, la cerveza tampoco faltó, y la petición de ésta fue incrementa­ndo conforme avanzaba el partido.

Meseros iban de aquí para allá con los colores azul, blanco y rojo en el rostro, y platillos franceses en mano, croissants y sándwiches fueron de lo más pedido. Entre el ir y venir, un chef preparaba una barbacoa para el festejo que presagiaba­n; mientras que los comensales, jóvenes en su mayoría, adultos, y pocos niños, volteaban a las pantallas, algunos dejando de lado la mesa y recargando su platillo en las propias piernas, todo por estar de frente al televisor.

El primer tiempo fue un sube y baja de emociones, gritos y sonrisas alegres tras el primer gol francés, que después se apagaron cuando empató Croacia. Luego, otra vez, la euforia.

Para entonces la comida pasó a segundo plano, tal vez como un gesto ansioso los comensales bebían de vez en cuando; el medio tiempo fue una oportunida­d para retomar sus platillos.

Cuando vino el tercer gol la confianza en el triunfo creció, y se afianzó con la cuarta anotación, tanto, que poco les importó el segundo gol que metió el equipo croata.

Esta tarde de domingo no importaba tampoco la diplomacia, y aunque la mayoría vestía ropa formal/casual –pocos llevaban la playera del equipo, y muchos menos sus colores en el rostro- la pasión reinó. Cuando le restaban cinco minutos al juego, ésta se transformó en ansiedad, ansiedad porque terminara el encuentro y los franceses se llevaran la Copa del Mundo.

Cuando el partido llegaba a su fin, los franceses comenzaron el conteo regresivo, hasta que finalmente la pantalla les Indicó que el árbitro había marcado el fin del juego, pero el inicio de su triunfo.

Entonces comenzaron los gritos y celebracio­nes, los más jóvenes saltaron e iniciaron a gritar, la bandera que traía un grupo en la terraza, se ondeó en el aire. Empezaron los abrazos y saltos también al interior del restaurant­e, amenizó el momento con “I will survive”, de Gloria Gaynor, inmediatam­ente bailado por una francesa llena de gloria.

Los comensales bailaron, celebraron, y gozaron, aunque a miles de kilómetros lejos de su país, en comunidad, de haberle ganado a Croacia en el último partido del Mundial de Rusia 2018, y llevarse la Copa del Mundo, otra vez.

Durante el sube y baja de emociones, la gente disfrutó platillos típicos de Francia

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Una bandera de Francia ondeaba cada anotación del equipo dirigido por Didier Deschamps
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Los asistentes gritaron de la emoción

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