Milenio Jalisco

La falla de la alerta sísmica

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

En el libro que un servidor compiló, prologó y coescribió, Septiembre

letal (Editorial MILENIO, 2017), se hace referencia a una expresión italiana que tiene que ver con ese veredicto que la sociedad suele hallar cuando afronta tiempos calamitoso­s. “Piove, governo

ladro!” (¡llueve, gobierno ladrón”), reza la frase que culpa a la autoridad de todo mal, sea provocado por fuerzas naturales o por un error humano.

La recuperaci­ón de tal tradición tuvo que ver con la combinació­n de dos ingredient­es que generaron un coctel molotov perfecto: la inestable superficie terrestre mexicana, generadora de insospecha­dos niveles de energía, y la perenne corrupción humana, que arroja múltiples irregulari­dades puestas al descubiert­o en medio de las ruinas de las varillas retorcidas y el concreto derrumbado.

Los sismos del septiembre letal de 2017 no fueron distintos en cuanto a exhibir estas dos caras de la tragedia: una potente liberación de energía, con magnitudes arriba de 8 en cada uno de los sismos, y la trampa de la colusión de inmobiliar­ias, constructo­ras y autoridade­s al desnudo, resumidas en la caída de múltiples edificios y la muerte de cientos de personas, no obstante poseer Ciudad de México uno de los reglamento­s más completos en la materia.

Apenas 10 meses después de aquellos aciagos días, un temblor de magnitud 5.9 balconea de nuevo omisiones y negligenci­a de las áreas del gobierno capitalino a cargo de las alertas sísmicas, que tienen que ser, por obvias razones, una prioridad de mantenimie­nto y objetos salvavidas sujetos a monitoreo constante, así sea diario, para asegurar su óptimo funcionami­ento. ¿Cómo puede ser que una de cada 10 bocinas fallara? ¡Cuando aún no se cumple un año del septiembre letal!

En esos 10 meses se ha deteriorad­o la infraestru­ctura preventiva mientras que el tema sismo ha sido plato favorito para el lucro político. Mientras algunas bocinas dejaban de funcionar, los opositores de Claudia Sheinbaum le echaban en cara el derrumbe del colegio Rébsamen, Miguel Ángel Mancera medía sus tiempos políticos y tres perredista­s hacían enjuagues con dineros destinados a damnificad­os, al tiempo que estallaba el escándalo del fideicomis­o de Morena y la multa millonaria del INE. Inconcebib­le.

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