Reportan avance en trabajos de rehabilitación de murales
Diez restauradores del INBA limpian hollín en la obra Olimpo house, causado por incendio, e identifican colores originales en la bóveda
En proceso de conservación se encuentra la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, que cumple 27 años. Desde el pasado 2 de julio, diez restauradores del Centro de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), llevan a cabo trabajos de limpieza
y rescate de las obras Ideales agrarios y laboristas de la Revolución
de 1910, creada por David Alfaro Siqueiros y Amado de la Cueva en 1925; así como Olimpo house, de Jesús Guerrero Galván, José Parres Arias, Alfonso Michel y Francisco Sánchez Flores, de 1930.
Renato Robert Paperetti y Alberto González Vieyra, coordinadores de los trabajos del Cencropam, señalaron que la pintura de los murales distan de ser tan resistentes como los frescos. “La limpieza que hacemos es de forma muy cuidadosa, por lo que hemos hecho muchas pruebas para seleccionar los solventes adecuados, mismos que son muy débiles y sólo ayudan a remover la suciedad”, explicó González Vieyra.
Aunque la reintegración del color de las pinturas es más difícil porque debe ser muy preciso para replicarlo, el personal está por concluir los muros y bóvedas de una de las cuatro arquerías de la nave principal. Además, el recinto cuenta con un ábside donde está la cúpula y el muro oriente, en el que está plasmada la alegoría a Emiliano Zapata.
Hasta ahora, los restauradores han identificado que el color base de los bóvedas era más oscuro que el beige que está plasmado actualmente, por lo que aplicarán un color que se asemeje al original, el cual fue cambiado durante la restauración de 1991.
Han encontrado vestigios de un color oro, de cuando el inmueble era un templo en el Virreinato, en una zona de la primera arquería. En el caso de la obra Olimpo
house, ubicada en una sala superior anexa del lado sur de la biblioteca, y que fue afectada por el incendio del 30 de diciembre de 2017, dijo “encontramos gran cantidad de hollín que ya fue retirado por medio de aspiradoras, esa fue una limpieza superficial. Ahora estamos haciendo otra con algodón y agua destilada, que ha funcionado bien. Además, se están haciendo pruebas de limpieza, porque, al no estar concluido el mural, hay trazos en lápiz. Nos hemos dado cuenta de que se puede borrar el lápiz, por lo que delimitamos coordenadas mediante hilo para ayudarnos a controlar la profundidad de la limpieza”, recalcó.
Entre los desafíos de la intervención está conocer cuál fue la sustancia aglutinante que se utilizó para fijar el color. González Vieyra comentó que se hará un análisis, junto con la UdeG, para conocer qué tipo de temple es el que se utilizó en las obras.
Recordó que la última intervención que hubo fue en 1991, que, según el archivo histórico, en ese entonces el inmueble estaba muy dañado porque por las bóvedas se introducía el agua pluvial y la fauna nociva. A partir de esa intervención se agregaron tensores en el muro poniente para estabilizar la estructura. “No hemos encontrado problemas estructurales, eso es bueno. Pero encontramos grietas que se reactivaron y aparecieron algunas nuevas, aunque son mínimas”, informó.
La última intervención en el recinto fue en 1991, muy dañado por el agua pluvial y la fauna nociva