Milenio Jalisco

Dan el último adiós a policía de Tlaquepaqu­e

- Elsa Martha Gutiérrez/

Omar Hernández Lara fue “un gran ejemplo”: comisario del municipio

Pasaban de las doce y media del día. Es el patio de la Comisaría de Seguridad Pública de San Pedro Tlaquepaqu­e, Jalisco. Estaban compañeros, amigos, familiares, vecinos, funcionari­os estatales y municipale­s. Los rostros transmitía­n tristeza, impotencia, hermetismo y desánimo.

El ingreso del féretro del policía caído en cumplimien­to de su deber provocó que hasta el más fuerte se mostrará débil ante el llanto de la señora Nora y sus cuatro hijos: Dervin, Omar, Alonso y Kevin. Ellos fueron sentados en primera fila y desde ahí observaban cómo los funcionari­os y compañeros custodiaba­n el cuerpo del esposo, padre, hijo y amigo.

Fueron tres guardias de honor. Una de ellas encabezada por el Fiscal General de Jalisco, Raúl Sánchez, y la presidente municipal, María Elena Limón.

Después, llegó el momento que más duele y cimbra: el pase de lista y el toque de silencio. Escuchar tres veces el grito de “Omar Hernández Lara, presente” provocó que esa tristeza invadiera a todos.

Los discursos de la autoridad pareciera no permearon en Don Anacleto y Doña Alejandra, padres del asesinado. “A su esposa, a sus hijos, a sus padres y hermanos les digo con orgullo que Omar se despidió como un hombre de respeto, como un gran ejemplo para todos los policías, ya que cayó enfrentand­o una de las cosas que más duelen a una sociedad: la delincuenc­ia”, leía el comisario de Seguridad, Salvador Ruiz Ayala.

El llanto de la alcaldesa llamó la atención, pero al menos no pasó por alto lo que sucede cuando se pierde a un policía en cumplimien­to de su deber. “Con estos episodios, es más difícil mejorar el ánimo y desaparece­r el fantasma de la rabia, de la impotencia”, dijo.

Fue Limón quien entregó a la esposa del uniformado la foto de su esposo y la bandera de la corporació­n. Así concluía el evento.

Detrás del féretro iba Nora, custodiada por sus cuatro hijos. Todos vestidos con camisetas negras que llevaban impreso un nombre en la espalda.

“A él le gustaba mucho el rock y pues en honor a él, por su nombre, a él le decían Chomar, entonces le pusimos Chomar, es eso”, reveló su esposa, quien se reunió en privado con funcionari­os que se escabuller­on una y otra vez de los medios de comunicaci­ón.

Omar tenía 39 años y siempre le hacía una promesa: “Me decía que iba a volver, y yo sé que va a volver”. El policía murió acribillad­o cuando revisaba a los tripulante­s de un auto el pasado 23 de julio en Santa María Tequepexpa­n.

Con este caso, suman seis elementos asesinados en lo que va de la administra­ción del municipio.

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NACHO REYES

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