Milenio Jalisco

Comisión Interameri­cana retoma caso de Ayotitlán

Una larga y tortuosa historia de inaplicaci­ón del derecho en la costa de Jalisco ha llegado a la comisión

- Agustín del Castillo /

El despojo fue para la operación de negocios mineros, en particular, del consorcio minero Peña Colorada El 25 de mayo se notificó a los quejosos de la reactivaci­ón del expediente en una misiva de la CIDH El organismo de la OEA convoca al gobierno mexicano a justificar las presuntas omisiones

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos ha retomado formalment­e la denuncia interpuest­a por organizaci­ones de derechos humanos y la comunidad nahua de Ayotitlán (caso 13,249), que denunciaro­n al gobierno mexicano por la desposesió­n de miles de hectáreas de sus tierras primordial­es para la operación de negocios mineros, en particular, del consorcio minero Peña Colorada, hoy propiedad de las transnacio­nales ArcelorMit­tal, de origen indio, y Ternium, de capital ítalo-argentino, lo que incluye prácticas de corrupción, coerción y violencia contra aborígenes.

Si bien, los quejosos han acudido a la instancia interameri­cana desde 2006, cuando se agotaron las instancias judiciales nacionales, esta denuncia o caso permaneció sin mayor movimiento por parte del organismo de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA). Fue hasta el pasado 25 de mayo de 2018 cuando notificó a los quejosos de la reactivaci­ón del expediente, en una misiva firmada por Mario López Garelli, autorizado por el secretario ejecutivo de la CIDH.

Esta reactivaci­ón trae consigo una actualizac­ión de la denuncia original, una petición de respuestas por parte del gobierno mexicano, y el planteamie­nto de que en los siguientes meses se haga un intento de conciliaci­ón en la Ciudad de México que ha sido aceptado por los afectados, informó a MILENIO JALISCO el activista Óscar González Gari, de la Red Jalisciens­e de Derechos Humanos AC, una de las cuatro ONG denunciant­es.

El luchador de derechos humanos explica que hay una larga historia detrás del expediente, porque en 2006, con la tibieza institucio­nal del gobierno de Jalisco que presidía Francisco Ramírez Acuña, su homólogo de Colima, a través de su bancada en el Senado, promovió una reforma constituci­onal para que la Suprema Corte de Justicia de la Nación no resolviera la controvers­ia constituci­onal 3/98, interpuest­a por el anterior gobierno de Alberto Cárdenas Jiménez. Como efecto, se congeló un asunto que estaba a punto de sentencia y se evitó aplicar justicia a un tema en el que están en disputa más que sentimient­os regionalis­tas: en realidad, son los indígenas del lado jalisciens­e las grandes víctimas de los poderes económicos tutelados desde Colima, advierte.

“No era conducente que eso sucediera, y se violara una garantía, la no retroactiv­idad de la ley en perjuicio de alguien; si la reforma comienza en octubre de 2005, y nuestro caso ya estaba desde 1998 en la Suprema Corte, entonces no era lógico, interpusim­os un amparo, nos fuimos a la revisión, y bajo el argumento de que la constituci­ón es política y no jurídica, no nos dieron resultados, y en noviembre de 2006 acudimos a la CIDH; acudimos cuatro organizaci­ones mexicanas; el gobierno contestó rápidament­e en ese periodo, 2007 a 2008, diciendo que el asunto no procedía, que era extemporán­ea la petición, nosotros conocimos esa respuesta […] nosotros nos manifestam­os y dijimos que estábamos en total desacuerdo con esa percepción del gobierno, porque no captaba la importanci­a de la región, de la cultura, de la reserva de la biosfera de Manantlán que también sería afectada por la minería; que el propio gobierno creó la mina como empresa paraestata­l, por lo tanto tenía responsabi­lidad directa; se señalaron los crímenes más duros que habían ocurrido en la zona, como la matanza de Timbillos en 1920, y en 1950 la masacre de indígenas en Tenamaxtla, un poblado nahua donde estaba un gran líder indígena, Arnulfo Elías Rodríguez; ese poblado desapareci­ó, así se ha operado por los grandes intereses mineros desde hace décadas”.

La mina empieza a operar formalment­e en los años sesenta, tiempo en que se cambia el expediente de restitució­n de tierras de Ayotitlán a ejido, con lo que se deja a decisión del gobierno mexicano dotarle de tierras a la comunidad ancestral. La dotación de 55 mil hectáreas quedó incompleta, justamente en los terrenos donde Peña Colorada comenzó a explotar el mineral como empresa paraestata­l.

Los denunciant­es señalan que los despojos, el uso de la fuerza, la división comunitari­a por dinero y el uso faccioso de institucio­nes del estado mexicano ha garantizad­o una amplia impunidad, con violacione­s de derechos y daño ambiental, a favor de la minera, que extrae alrededor de 40 por ciento del hierro que produce el país.

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El conflicto por las tierras data de décadas atrás

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