Milenio Jalisco

Monarca de la música y el alma

- Redacción/México

Cantante profesiona­l desde finales de la adolescenc­ia y una superestre­lla en sus veintes, Aretha Franklin había resuelto hace mucho cualquier argumento sobre quién era la vocalista popular más grande de su época. Sus dones, naturales y adquiridos, eran su mezzosopra­no con rango de cuatro octavas, su pasión por el góspel y un entrenamie­nto digno de la hija de un predicador, un gusto sofisticad­o y excéntrico, y la valentía de canalizar el dolor personal en canciones liberadora­s.

Grabó cientos de temas y tuvo docenas de éxitos a lo largo de medio siglo, incluyendo 20 que alcanzaron el número 1 en las listas de R&B. Pero su reputación fue definida por una extraordin­aria serie de éxitos en el Top 10 a fines de la década de 1960, desde la felicidad del día después en “(You Make Me Feel Like) A Natural Woman”, hasta el maduro “Chain of Fools” y su imparable llamado al respeto “Respect”.

Otras cantantes la veneraban por su eminencia y líderes políticos y cívicos la trataban como una colega.

El reverendo Martin Luther King Jr. le hizo entrega de su primer disco de oro, y Franklin cantó en el funeral del líder de los derechos civiles en 1968. Actuó en las investidur­as de los presidente­s Bill Clinton y Jimmy Carter, y en el funeral de la pionera por los derechos civiles Rosa Parks. Clinton le dio a Franklin la Medalla Nacional de Artes. El presidente George W. Bush le otorgó la Medalla Presidenci­al de la Libertad, el máximo honor de la nación a un civil, en el 2005.

El encuentro más conocido de Franklin con un presidente fue en enero de 2009, cuando cantó “My Country ’tis of Thee” en la toma de posesión de Barack Obama. Lució un sombrero de fieltro gris con un enorme lazo bordado en cristales de Swarovski que se volvió una sensación en internet e incluso tuvo su propio website.

Franklin sufrió la agotadora rutina de la fama y problemas personales desde la niñez. Estuvo casada de 1961 a 1969 con su manager, Ted White, y se cree que sus peleas inspiraron su interpreta­ción de varias canciones, incluyendo “(Sweet Sweet Baby) Since You’ve Been Gone”, “Think” y su desgarrado­ra balada de desesperac­ión, “Ain’t No Way” y fue madre de dos pequeños a los 16 años, adem´as mientras luchaba con su sobrepeso.

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REUTERS La intérprete estadunide­nse.

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