Milenio Jalisco

Prepárense para llorar

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A mar los musicales te vuelve un bicho muy raro, pero te das cuenta de que ese es un estatus que gozas el día que llega una puesta en escena o una película que convence hasta los que dicen odiar al género. Y eso es precisamen­te lo que pasó hace más de 15 años con Mamma Mia! Primero fue la puesta en escena y después la película, pero las dos a su manera lograron algo increíble: pura y estúpida inadultera­da felicidad.

Platicando con mucha gente al respecto la sensación de bailar al terminar la obra, durante los aplausos siempre fue unánime. Casi nadie podía creer que se supieran tantas canciones de Abba de memoria y mucho menos que les/ nos gustaran tanto. Que una sencilla historia acerca de una chica tratando de averiguar cuál de los novios de su mamá podría ser su padre podía dar suficiente (apenas, pero suficiente) como para llenar toda una obra de teatro era impensable. Pero así ocurrió y fue hermoso. Luego vino el infierno, porque los productore­s se dieron cuenta de que era mucho más fácil contar cualquier historia alrededor de música famosa y ni se molestaron, en la mayoría de los casos con crear buenas historias. Y así el teatro sufrió por años con bodrios como We Will

Rock You, que era una total falta de respeto a Queen o cosas medianamen­te bien construida­s, pero simplonas como Rock

of Ages (ahí la película con Diego Bonetta y Tom Cruise es mucho más divertida que la obra de teatro, cosa rara). Excepción en la matera también, hay que decirlo, es Mentiras. Nuestra rockola mexicana que nos hace estúpidame­nte felices, así como

Mamma Mia!, evocando una época de nuestras vidas.

Hoy se estrena en México Mamma Mia!, vamos otra vez. Es la segunda parte de Mamma Mía!, y la cosa se pone muy extraña. Primero que nada veremos mucho menos de Meryl Streep que en la primera. Aunque el tráiler dice, porque no quisiera arruinar la historia que ocurre 10 años después para los fans que irán a verla.

Lo que sí puedo decirles es que van a llorar. Un rato van a pensar que, como suele ser en las segundas partes, solo se está abusando de una fórmula probada. Luego se van a empezar a divertir. Luego van a estar pegando de gritos desde su butaca (básicament­e esto ocurrirá cuando haga su aparición Cher) y luego, sin darse cuenta como, sin saber qué pasó es sus propias vidas que los llevó directamen­te a esa isla en Grecia, donde ocurre todo, empezaran a llorar. Y lo más probable es que no paren.

Tuve la oportunida­d de verla en la misma función que tres de mis mejores amigas en la vida. Dos de ellas no podrían aburrirse más en los musicales. Llegamos tarde y no pudimos sentarnos juntas por lo mismo. Así que imaginen la sorpresa de verlas a ellas tan batidas en llanto como yo estaba al prenderse las luces.

Corrimos a abrazarnos, sabiéndono­s unas mujeres cursis y ridículas. Y luego nos dimos cuenta que gran parte del cine, lleno de críticos de todo el mundo, estaba igual. Créanme eso no es fácil de lograr. Así que sí, prepárense para llorar. Pero saldrán, a pesar de ello, a pesar de todas sus evidentes fallas, muy felices de Mamma Mia!, aquí vamos otra vez.

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