Otro ladrillo en la pared
Deben estar muy felices los niños de abandonar el ocio y el destrampe vacacional para incorporarse a la vida escolar con enjundia, compromiso y alegría. Tan contentos como generaciones de monaguillos de Pensilvania atacados por los émulos del padrote Maciel. (Bueno, hay otros puntos del orbe donde la cosecha de curas pederastas nunca se acaba, y menos cuando ante las denuncias claras y precisas en el Vaticano se hacen como Ruiz Esparza ante los socavones. Ya lo dice Sergio Obeso, cardenal de Veracruz, quien con un muy particular sentido de la decencia declaró que quienes denuncian casos de pederastia de la Iglesia católica debería tener “tantita pena” porque ellos también “tienen una cola muy larga” que les pisen). Contentísimas deben estar las criaturas ante la perspectiva de un nuevo ciclo pedagógico donde gracias a las aportaciones profundas y excelsas de la reforma educativa de mi licenciado Peña y del perínclito terror de Piaget y sus amigos, el inenarrable Nuño Artillero que solito acabó con la SEP y con la campaña del
dotor Mit, los escolapios podrán descubrir que en realidad tienen seis dedos y que al fin, en el proceso enseñanza-aprendizaje, sabrán “ler” como Dios manda.
Una reforma maravillosa extraída de un delirio educativo mitad Montessori, mitad la letra con sangre entra que les llegó a los infantes sin haberla temido ni pedido; bueno, ni una triste consultadita les aplicaron para ver si querían este espectáculo para parvularios con capacidades distintas. En las letras chiquitas debe decir que tiene que ir a limpiar el sargazo de las playas de Cancún.
Como quiera que sea nuestras autoridades deben estar muy satisfechas y orgullosas: no se sabe si persiguieron más al magisterio o al Mencho, el forajido del momento que tuvo el tiempo necesario hasta para organizar un poderosísimo cártel con calidad de exportación.
Los niños tienen que estar muy emocionados con el regreso a clases ante la perspectiva de adquirir tanto conocimiento a través de una reforma sólida, inteligente y humana que los catapultará directito a la NASA. Esa reforma está tan buena que hasta debe incluir más dobles contratos que los Tiburones y a la Femexfut.
¿No habría sido bonito que acompañaran este retorno a las aulas escolares no con el clásico “Caminito de la escuela”, sino con algo más apropiado como “The Wall” de Pink Floyd?
¿Qué tendré en los ojos que puros ladrillos en la pared veo?