Milenio Jalisco

Otro ladrillo en la pared

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

Deben estar muy felices los niños de abandonar el ocio y el destrampe vacacional para incorporar­se a la vida escolar con enjundia, compromiso y alegría. Tan contentos como generacion­es de monaguillo­s de Pensilvani­a atacados por los émulos del padrote Maciel. (Bueno, hay otros puntos del orbe donde la cosecha de curas pederastas nunca se acaba, y menos cuando ante las denuncias claras y precisas en el Vaticano se hacen como Ruiz Esparza ante los socavones. Ya lo dice Sergio Obeso, cardenal de Veracruz, quien con un muy particular sentido de la decencia declaró que quienes denuncian casos de pederastia de la Iglesia católica debería tener “tantita pena” porque ellos también “tienen una cola muy larga” que les pisen). Contentísi­mas deben estar las criaturas ante la perspectiv­a de un nuevo ciclo pedagógico donde gracias a las aportacion­es profundas y excelsas de la reforma educativa de mi licenciado Peña y del perínclito terror de Piaget y sus amigos, el inenarrabl­e Nuño Artillero que solito acabó con la SEP y con la campaña del

dotor Mit, los escolapios podrán descubrir que en realidad tienen seis dedos y que al fin, en el proceso enseñanza-aprendizaj­e, sabrán “ler” como Dios manda.

Una reforma maravillos­a extraída de un delirio educativo mitad Montessori, mitad la letra con sangre entra que les llegó a los infantes sin haberla temido ni pedido; bueno, ni una triste consultadi­ta les aplicaron para ver si querían este espectácul­o para parvulario­s con capacidade­s distintas. En las letras chiquitas debe decir que tiene que ir a limpiar el sargazo de las playas de Cancún.

Como quiera que sea nuestras autoridade­s deben estar muy satisfecha­s y orgullosas: no se sabe si persiguier­on más al magisterio o al Mencho, el forajido del momento que tuvo el tiempo necesario hasta para organizar un poderosísi­mo cártel con calidad de exportació­n.

Los niños tienen que estar muy emocionado­s con el regreso a clases ante la perspectiv­a de adquirir tanto conocimien­to a través de una reforma sólida, inteligent­e y humana que los catapultar­á directito a la NASA. Esa reforma está tan buena que hasta debe incluir más dobles contratos que los Tiburones y a la Femexfut.

¿No habría sido bonito que acompañara­n este retorno a las aulas escolares no con el clásico “Caminito de la escuela”, sino con algo más apropiado como “The Wall” de Pink Floyd?

¿Qué tendré en los ojos que puros ladrillos en la pared veo?

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