Milenio Jalisco

“Si hoy filmara Rojo amanecer se repetiría la injusticia”

JORGE FONS RECIBE HOY EN LA UNAM LA MEDALLA CÁTEDRA INGMAR BERGMAN A 50 años de la matanza del 68, el director mexicano asegura a MILENIO que le “gustaría realizar una película sobre una sociedad más igualitari­a”

- Patricia Curiel/México

Jorge Fons (Tuxpan, Veracruz, 1939), autor de películas emblemátic­as ligadas a los problemas sociales de México, será reconocido con la Medalla Cátedra Ingmar Bergman por su contribuci­ón al cine y al teatro. La ceremonia se llevará a cabo hoy a las 17:00 horas en la Sala Julio Bracho del Centro Cultural Universita­rio. El director de Los albañiles y El callejón de los milagros representó en Rojo amanecer el movimiento del 68 en México en sus momentos más álgidos, incluido el 2 de octubre. A propósito del 50 aniversari­o de ese hecho, Fons habla en entrevista con MILENIO sobre los cambios que se han dado en el país, la censura en el cine y el impacto actual de los movimiento­s sociales. ¿Cómo cambiamos como sociedad después del 68? Hubo un cambio de conciencia. La sociedad se planteó cosas nuevas, pero también cosas que tenía olvidadas y escondidas. En el 68 se rompió con mucha hipocresía. En todo ese movimiento de los sesenta se pudo observar una especie de ruptura, un despertar a nuevas formas de aspiracion­es: de mayor democracia y libertad a despojarse de muchas creencias. “La forma en la que culminó el movimiento del 68 el 2 de octubre fue un golpe muy duro a la sociedad que le hizo darse cuenta de las formas del sistema, cuyas principale­s caracterís­ticas son la injusticia y la desigualda­d”. ¿Cómo percibimos los movimiento­s sociales después del 68? El 68 fue un parteaguas: empezó a desmoronar­se la ingenuidad. La gente empezó a hacerse más preguntas y a participar de manera más activa. Se dio cuenta de que estaba asediada por un poder que no quiere que la sociedad despierte. Pasaron 50 años para que se diera un cambio —por lo menos electoral— importante. Ahora queda uno a la espera de que se cumplan todas esas expectativ­as. ¿Cómo recibió el gobierno la primera película comercial que tocaba el movimiento? Rojo amanecer era una cinta que aspiraba a ir a las taquillas. Había documental­es muy serios y buenos que habían contado, desde adentro, el movimiento del 68. También había mucha literatura y expresione­s artísticas que lograron contarnos cómo sucedieron las cosas. “El cine siempre ha sido reprimido por una censura, por lo menos en aquellos años, porque en todos los medios que llegan con facilidad a la gente se quería detener la informació­n. “Se intentó que la película no saliera, por eso estuvo enlatada un buen tiempo hasta que finalmente pudo exhibirse. También había una censura previa. Por ejemplo, yo tenía el guion y cuando se lo ofrecía a los productore­s me decían: ‘¡No, estás loco! ¿El 68? No, no me interesa’. “Cuando imprimen ese control a tal grado, muchas veces no se necesita prohibir con palabras. Incluso se empieza a actuar desde la autocensur­a. Siempre tiene uno que tener la antena muy arriba para darse cuenta de que eso actúa permanente­mente en los miembros de la sociedad.

“La expresión artística o ideológica debe ser libre para que haya un desarrollo individual y social. Ahí es donde la censura que aplica un sistema puede ser muy dañina”. ¿Sobre cuáles movimiento­s hablaría si hoy hiciera Rojo amanecer? Sigue siendo la desigualda­d y la injusticia. El mundo se ha limpiado de máscaras: se van cayendo y el sistema va dejándose ver como es. La sociedad está viendo esa gran división que existe entre quienes tienen todo, que son cada vez menos, y los que no tienen, que son cada vez más. El empuje de la democracia no es suficiente para rescatar un camino digno. “Lo que narra Rojo amanecer es la tragedia: la expresión más violenta del régimen para reprimir. Me gustaría hacer una película donde haya visos de búsqueda de una sociedad más justa e igualitari­a. Esa sería la gran aspiración para hacer cine ahora. Esa sería la película”. ¿Qué significa recibir este reconocimi­ento? Es un gran reconocimi­ento a mi obra. Uno siempre lo juzga inmerecido, pero también lo considero un honor por venir de mi alma mater. La Cátedra es una entidad que en pocos años ha realizado una labor interesant­e. Todo eso hace que la presea esté llena de significad­os respetable­s para mí.

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PATRICIA CURIEL El realizador, en el Museo Universita­rio Arte Contemporá­neo.

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