“Tiburón a la vista, bañista”
Con la misma enjundia con la que el góber Murat fue a defender la denominación de origen del mezcal en una marcha en CdMx, como si fuera de Antorcha Campesina (aunque casualmente emprendió la graciosa huida cuando se armó el clásico Granaderos vs. Mezcaleros), mi licenciado Peña echó su resto en materia de recursos para la comunicación social, a fin de defender su sexenio como debe de ser. Ha sido bonito verlo reconocer que en materia de seguridad ha fallado, mientras defiende la veldá histriónica de los 43 de Ayotzinapa. Eso es lo procedente pero no lo conducente ni lo concluyente. Sobre todo cuando en las elecciones te pusieron barrido y trapeado porque la gente no supo valorar las maravillas de tu gobierno que estuvo, la verdad, solo un poquito desgobernado. Así, me parece que la estrategia no es la correcta porque la gente, sobre todos los resentidos sociales, seguirán diciendo que defiende lo indefendible. Yo digo que está campaña mediática, seguramente ideada por unos genios como Aurelio Nuño, Eruviel Ávila y Javier Lozano, debe dar un giro copernicano; es decir, al ritmo de si no puedes vencerlos úneteles (digo, hasta quienes le boleaban los cacles un día sí y el otro también ahora dudan hasta de la certeza jurídica de su copete), debería de unirse a las críticas contra él y su gobierno desde todas las aristas posibles, incluyendo aquellas relacionadas con la corrupción, los abusos, el dispendio, feminicidios, crímenes contra periodistas y demás. Que sea implacable consigo mismo, al grado de exigir juicio político en su contra y de sus más cercanos colaboradores, uniéndose a las tribus de linchadores. Más con aquellos a los que le restan méritos por la firma del TLC, bueno, más bien acuerdo, digo entendimiento, en lo que los canadienses que son mas jarritos de Tlaquepaque que el Chucho Zambrano que se quedó sin senaduría (¡Malaya!) se les baja la bilirrubina. Eso, estoy seguro, le generaría más rating a don Enrique que esa campaña de autoelogios que algunos confundirán con vituperio. Más ahora que ya nadie le hace demasiado caso porque es un lame duck, o sea en libérrima traducción un chchicuilote mojado que no puede volar, y que ya no sabe cómo llamar la atención. La otra es que mi Licenciado Peña arme el #ChayitoChallenge para agarrar en lo que queda del sexenio a sus contlapaches metidos en La estafa maestra y los someta al rigor de las instituciones al ritmo de Charly Salinas bailando el “Tiburón a la vista, bañista”.