El proyecto de las refinerías, ¿es viable?
De acuerdo con nuestro Presidente electo, la construcción de nuevas refinerías sería una de las condiciones para abaratar los precios de los combustibles, que han escalado niveles exorbitantes. Para llevar a cabo esa megaobra, la próxima secretaria de Energía, Rocío Nahle, afirmó que el gobierno entrante no reducirá el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) a la gasolina tal como lo prometió, en la campaña, López Obrador. Esos recursos se destinarían para la construcción de dos refinerías, en Campeche y Tabasco. Cabe recordar que Nahle, siendo diputada de la legislatura anterior, propuso una reducción de 60 por ciento del IEPS para combatir los gasolinazos (www.SDP. noticias, 24/IX/18). Tal vez por ello, AMLO dijo, hace unos días, que no todas las promesas se cumplirían.
Los precios de los combustibles permanecerán en un rango alto y solo se modificarán de acuerdo con los cambios en el índice inflacionario, sin contar el peso de las variables externas que pueden también influir en el costo de los combustibles. Sin embargo, el proyecto de las refinerías no luce fácil en la realidad.
La revista Forbes encuentra varios obstáculos para el proyecto en cuestión. La señora Nahle estima que su costo rondaría los 6 mil millones de dólares (mdd) y tres años en su construcción. Forbes, en cambio, pronostica que echar a andar el proyecto tomaría entre 5 y 6 años. Sería hasta fin del sexenio de AMLO cuando las refinerías entrarían en operación. Por otra parte, para su edificación, de acuerdo con la normatividad de la reforma energética, se requieren estudios del impacto social y ambiental, lo cual, según los expertos, tomaría dos años “antes de poner la primera piedra”. Por otra parte, el costo estimado por la próxima administración parece conservador. Los retrasos, algo normal en este tipo de proyectos, tienden a encarecer las obras. Y si se toman en cuenta los aranceles impuestos por el gobierno de Trump al acero y aluminio, una refinería, equivalente a la de Salamanca, podría llegar a los 12 mil mdd.
Hay que considerar además que la producción de petróleo va a la baja (en la actualidad es de menos de 2 millones de barriles). Los ingresos petroleros, de acuerdo con Forbes, aportan solo 15 por ciento del presupuesto. Pese a ello, dejar de exportar petróleo para refinarlo en nuestro territorio acarrearía un serio problema de inestabilidad en las finanzas públicas. Bajo el supuesto que México no exportara crudo para las nuevas refinerías, tendría que importar 200 mil barriles diarios de crudo para la operación de las mismas. Está previsto que México importará el mes entrante 350 mil barriles para sus refinerías. En otras palabras, se sustituiría la importación de gasolinas por crudo.
La modernización de la infraestructura ya instalada de refinación podría ser una alternativa. La refinación de crudos genera ganancias superiores, mientras que la refinación es una “actividad centavera” (S. Sarmiento, Reforma, 18/IV/18). Con base en lo anterior se requiere un análisis de expertos que determinen qué tan viable es un proyecto como el que pretende instrumentar el próximo gobierno. Determinar sí es mejor explorar nuevos yacimientos o refinar. Por cierto, ¿se llevaría la decisión a consulta popular?
Por cierto, ¿se llevaría la decisión a consulta popular?
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