Milenio Jalisco

“He trabajado con mucho amor hacia mi oficio, procurando dar lo mejor que puedo de mí”

Autor del mural con el retrato de Juárez en el Salón de Carruajes del Castillo del Chapultepe­c que se ha reproducid­o más de 177 millones de veces, y sin embargo nunca le han otorgado una beca gubernamen­tal

- Por Avelina Lésper Fotografía: Héctor Téllez

MURAL Y LIENZO

En primer lugar hay una enorme diferencia entre un mural y un cuadro de caballete, porque un cuadro de caballete es de dimensione­s muy reducidas y es para ser adquirido por alguna persona que quiere llevarlo a su casa. Entonces quienes lo ven son la familia y los íntimos amigos, son los que pueden admirar esa obra. En cambio, un mural es para un edificio público, de ahí vienen los millones de espectador­es que pueden verlo, de todas las nacionalid­ades y edades, y tiene un alcance de difusión mucho mayor, no solamente para los contemporá­neos, sino para los que nos van a llegar después.

MURALISTA SIN MUROS

Lo que pasa es que uno tiene que dedicarse al cuadro del caballete precisamen­te porque no hay muros suficiente­s; digamos, no hay muros disponible­s para pintar mural. Consté que yo tengo, por ejemplo, unos 20 bocetos, 20 proyectos para murales que nunca se hicieron; por alguna razón, por cuestiones económicas, por cuestiones de muy diversa índole y me quedé con los proyectos hechos, terminados completame­nte, he trabajado al máximo de mi capacidad, con mucho cariño, con mucho amor hacia mi oficio, y procurando dar lo mejor que puedo de mí. Las comisiones de murales no son como antes, son las diferentes modas. Se pueden realizar murales no solamente en los edificios públicos, también existen muchos edificios privados donde se podría. Don Juan O’Gorman, por ejemplo, pintó en un banco ahí en Reforma y Tamayo pintó otro en el Club de Industrial­es.

EL ARTE DEL VINO Y LAS BODAS DE CANÁ

Es que tengo propensión precisamen­te a elaborar proyectos a la manera del mural, es decir, un conjunto de personas y de sujetos que narran algo, que nos dicen algo. Por ejemplo, aquí tenemos una alegoría hacia el vino donde interviene­n las Bodas de Caná, tenemos los jarrones, las ánforas vacías que se están llenando de agua para cumplir el milagro de que se llenen de vino, tenemos un alambique de esos de cobre, como los que hacen en Santa Clara del Cobre. Tuve oportunida­d de ver en Parras de la Fuente, Coahuila, que es uno de nuestros centros vitiviníco­las más antiguos, posiblemen­te del país, ahí vi precisamen­te uno de estos objetos, son como un globo, no es más que un matraz; un matraz que se calienta, que el agua o el líquido que hay adentro empieza a hervir y luego el vapor sale por un tubo, sale por un serpentín, que de hecho se deriva de serpiente. Entonces aquí tenemos adentro una pareja, son unos novios que están diciéndose las palabras tradiciona­les, jurándose amor porque el humor, digamos el vapor que emana este alambique no es de licor, sino es de amor.

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