En la Línea Tres
El lunes de esta semana, la inmaculada intelectualidad tapatía volvió a partirse cómo birote en lonchería, en dos. El motivo: las rayas de graffiti que un par de mozalbetes osaron pintarrajear en los vagones de la línea tres del tren ligero; hoy, patrimonio histórico de la galaxia.
Las opiniones se fueron a los extremos entre los ofendidos y entre los que aplauden la acción; en las redes se lee, por ejemplo, que los autores son unos criminales de poca monta sin oficio ni beneficio, mientras otros, por la misma vía, aseguran que los muchachos son unos inocentes angelitos, unos artistas incomprendidos en la búsqueda de un espacio donde expresar su arte.
Pues ni lo uno ni lo otro. Resulta que nuestro servicio de inteligencia cultural nos puntualizó algunos conceptos que hay que entender en torno al graffiti antes de imponer nuestro juicio. Primero, rayar el tren ligero sí fue un acto vandálico, no lo digo yo, lo dicen los autores, quienes conscientes de sus actos asumen la situación como ilegal y la responsabilidad que esto conlleva. Para ellos, las detenciones y las madrizas a que son sometidos si los agarran rayando, no son más que las medallas de guerra necesarias para alcanzar la fama. Molestar a la sociedad es su diversión y burlarse de promotores culturales y de los políticos que “los promueven e impulsan”, es su pan de cada día. Ellos se criaron en el barrio y hacer dagas es el alimento de su alma.
Mis informantes, los señores “Diamond y Frezeer”, conocedores del tema, me dijeron que el mundo del graffiti es enmarañado y rutilantemente bestial. A diferencia de antaño, cuando las pandillas rayaban por territorialidad, ahora los conjuntos de vándalos o artistas, como usted lo quiera ver, se conforman en “crews” sin importar su lugar de residencia. Y las pintas se catalogan en importancia de acuerdo a su complejidad y su estatus de legales o ilegales.
En Guadalajara varios crews cuya operación oscila entre la legalidad y la ilegalidad. Alguno de estos equipos tiene integrantes reconocidos internacionalmente por su talento y hasta cuentan con patrocinio empresarial, mientras que otros transitan gustosos por el riesgoso camino de lo ilegal, cómo el crew de donde surgieron los querubines que mancillaron nuestro límpido tren. Y sí no lo creen, busquen en youtube “proyecto bionika eyos”, donde orgullosos promocionan una de sus “pintas”, la cual, por cierto, dejó sin trabajo casi dos semanas a más de cien personas.
“El Drife” y “el Kras”, acrónimo de estos angelitos, fueron detenidos poco después de los hechos y de castigo los pusieron a limpiar el tren con tremenda exposición mediática. Por supuesto, nuestra jericayera intelectualidad volvió a rasgarse las vestiduras en pro y en contra del escarmiento. Sin embargo, los muchachos lograron su cometido y ya forman parte de la elite del mundo de graffiti ilegal, y además se ríen cínicamente tanto de quienes los apoyaron, como de los que se enojaron con la afrenta. Porque así es el barrio y esa es su naturaleza.
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