Paradoja de premio manipulado por los separatistas catalanes
La España de los descalabros no hace más que tropezar de un lado a otro y acrecentar su desprestigio y la burla constante. Ahora ha tocado fallar el Premio Nacional de Poesía y se lo han dado a la mallorquina Antonia Vicens y a su libro escrito en catalán Tots els cavalls. Esta es una señora separatista cuya ideología es contradictoria y paradójica, pues se atreve a aceptar un galardón que emerge del Estado, como lo llaman los separatistas, y de España, como lo llaman las persona de la calle. Señora, si no está de acuerdo con España no acepte los 20.000 euros, pero como dicen los catalanes: “La pela es la pela” y no se pueden desperdiciar 20.000 euritos. La recién premiada se atreve a decir que “no puede haber presos políticos en una democracia” y sus palabras son fruto de la mentira, porque España es una democracia gigante y no existe ni un preso político. Los de ETA decían lo mismo y asesinaban cada día a personas inocentes civiles como a inocentes militares y policías. Además, asesinaban indiscriminadamente. La policía los apresaba, los jueces los juzgaban y acababan en las cárceles, pero eso sí, apartados de los presos comunes para no recibir daño. Y ahora, a los golpistas catalanes que están en la cárcel por haber iniciado una rebelión contra España entera, también quieren llamarlos presos políticos. Esto es la desvergüenza.
Actualmente, estos ganapanes asustados que están en el Gobierno, sin capacidad de tomar decisiones, hacen concesiones literarias al separatismo catalán, como si con eso consiguieran algo. Los separatistas sólo quieren dinero y como no lo consigan e inicien escaramuzas con armas todo acabará en una matanza de dimensiones inesperadas. Digan lo que quieran pero el intento de golpe en Cataluña durante la República apenas duró unas horas. Murieron más de cien personas y se extirpó el problema hasta ahora. La salida fue militar –que realizaron los republicanos, que eran los que mandaban democráticamente en España-, nada de judicial, pero la ordenaron los políticos democráticos. Luego, el presidente catalán, tras ser encarcelado, fue puesto en libertad poco tiempo después, y dicen los historiadores que cometió junto a sus correligionarios más de 9.000 crímenes. Luego llegó el golpista Franco y lo mandó fusilar, y no porque fuera contrario a sus ideas fascistas, sino por asesino. La historia se escribe con los renglones torcidos y hay muchas mentiras interesadas.
Ahora el Gobierno español está agazapado y, supongo que un poco arrepentido, porque cometió el error de aliarse con los separatistas para que éstos lo ayudaran a auparse al poder. Hace falta, pues, dignidad y coraje para acabar con esta farsa y solucionar el asunto de la secesionista. Se dice que el pueblo es soberano y tiene derecho a la autodeterminación, pero ese pueblo en este caso ni siquiera es mayoría. Y el Gobierno, en lugar de hacerle guiños a escritoras mediocres para ganarse a sus amigos separatistas y a ese señor desaliñado y con camisa remangada con puesta de cuatro días, se ha convertido en la vergüenza de España, debe ya ir pensando en organizar una elecciones para intentar ganarlas con mayoría absoluta y crear un gobierno fuerte, sin fisuras que acabe de una vez con la peligrosa cultura nacionalista, tan perjudicial y tan mezquina. Ya es hora de poner a España en su lugar.
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