Milenio Jalisco

“La pintura aunque sea muy abstracta la tienes que sentir real”

- POR AVELINA LÉSPER

Cromatismo del vino

El color que tiene el vino varía desde sus inicios, cuando es un vino muy joven es de un rojo un poco bermellón y va subiendo, de acuerdo a la edad se va oscurecien­do, va subiendo lo rojo. En algunas zonas el rojo tiende hacia los duraznos; y en otro, hacia el rosa. El rojo tiene esas dos variantes. Los vinos de cierta zona son prácticame­nte un rosa muy, muy intenso, con un poco de durazno y son una mezcla de colores, cada vino tiene su propio color. En esta obra escogí la luminosida­d del color de un vino joven que todavía no entra en los vinos muy aciruelado­s, muy oscuros, que realmente sería otro tipo de pintura.

El proceso del color

Cierta relativida­d se va dando cuando voy aplicando el color, porque empiezo con un rojo un poco anaranjado, un poco verde, y le voy subiendo, entonces en ciertos lugares lo oscurezco más y obtengo ciertas luces de otros rojos que le dan su participac­ión a las diferentes esencias. No sé cuántas sustancias pueda tener un vino, pero los ácidos tienen un color diferente a un vino más dulce, no porque yo lo diga, sino porque las sustancias piden los colores. Escucho que te dicen “éste es medio afrutado”, y me imaginaba una fruta, porque sabe a ciruela, está más rojo, tiene más morados dentro de los matices de una fruta.

Pintar con los sentidos

Es un proceso que siempre ha sido sensorial porque no hay un diseño previo. Es lo que me va diciendo la emoción, el sentir que me gusta un poco más rojito, un poco más anaranjadi­to, es sensorial cien por ciento. Tiene su propia refracción de luz, porque un rojo plano va a refractar el mismo rojo en todas sus moléculas. En cambio en esta obra, cada molécula de los diferentes pigmentos que usé, va a refractar de una manera distinta. La vibración visual que se obtiene al contemplar una obra de éstas, es una alteración en la percepción que siempre está vibrando y cambiando. Con un poquito que se mueva la luz, la obra cambia y eso para mí son las esencias del color y las esencias en este caso del vino.

Técnica clásica y abstracció­n

La escuela clásica de pintura es a base de veladuras; digamos, en todos los rostros la veladura da elasticida­d en la percepción, o sea, no se endurece, y la gente piensa que realmente es ir aplicando los pigmentos con todo su contenido. Los blancos tienen que estar en el fondo y después los que están en primer término, porque su refracción va a ser muy diferente, entonces por eso en de Vermeer, ves esa frescura en el rostro, dices “cómo lo puedo lograr”, sólo a base de veladuras. En el abstracto y en la pintura moderna cada quien te puede decir que se usa, pero la escuela clásica es básica, por lo menos para entenderte, aunque hagas abstracto, porque la pintura aunque sea muy abstracta la tienes que sentir real, que es de este planeta, que no es algo que viene del espacio. En alguna pintura abstracta con muy baja factura, hay un contenido muy insípido, y te darás cuenta que te provoca cierto rechazo y que dices “esto no es”. La pintura abstracta no se tiene que entender, pero sí tiene que ser muy perceptibl­e, muy emocional.

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