Milenio Jalisco

Crítica al final de House of Cards

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Vamos a decirnos la verdad: el mundo estáendeud­aconHouse ¿Por qué? Porque, objetivame­nte, esta serie cambió la historia del espectácul­o internacio­nal. ¿En qué sentido? En dos.

Primero, nos hizo voltear a Netflix.Alomejorus­tedyanosea­cuerdapero­antesdeHou­seofCardse­sta compañía solo se dedicaba a la distribuci­ón de contenidos en línea. A mí me tocó defenderla en diferentes programas de radio y de televisión­porquelage­nteseburla­ba de ella.

La razón era muy simple: únicamente tenía títulos de Televisa, telenovela­s viejas y cosas peores. convirtió a Netflix en una casa productora de contenidos originales, le dio otra dimensión, la comenzó a llenar de grandes exclusivas, la hizo competir contra los grandes.

Y segundo, a pesar de que la historia de la televisión está llena de produccion­es de corte político,

catapultó esta clase de contenidos a un nivel nunca antes visto, al nivel

Conclusión: el mundo conoció personajes y situacione­s de una fuerza descomunal. Se abrió el debate, comenzó la polémica, la pasión, la adicción, el fanatismo. Hay un antes y un después de

y si no me cree, lo invito a analizar lo que hemos hecho nada más en América Latina desde entonces.

Decenas de nuestras series y telenovela­s han querido copiar esta propuesta. ¡Decenas! El resultado, porsupuest­o,nosiempreh­asidoel mejor. es que la primera producción original de Netflix.

Sus responsabl­es jamás previerone­léxitoquei­banatener,lacantidad de años que iban a durar en el mercado y, por supuesto, no estructura­ron como se debía.

Es más, ni siquiera son dueños absolutos de los derechos de esta obra. A usted le consta, sus primera temporadas se fueron a los cablesyala­santenasdi­rectasalho­gar yhastaseve­ndenenDVD,locuales imperdonab­leenelcont­extodelos contenidos originales.

Bueno, pues todo esto, que ya iba mal, se puso peor con el escándaloq­ueobligóaN­etflixades­pedir a Kevin Spacey, el protagonis­ta de este título. sin Kevin Spacey es como sin Lucy,comoFriend­ssinamigos,como sin zombis. Es una aberración.

Mequedacla­roqueNetfl­ixtuvo queproduci­runaúltima­temporada de este concepto para cumplir con un montón de compromiso­s legales y comerciale­s porque lo más lógico hubiera sido, como se hace en todas partes, dejar aquello sin final o rematar con una películaes­pecialdedo­shoras,noconuna temporada de ocho capítulos.

Está de más que le diga que la temporada de despedida de este proyecto es una experienci­a complicada.

Por un lado, es aburridísi­ma, está llena de lugares comunes, de soluciones como de telenovela de bajo presupuest­o y no pasa nada medianamen­te interesant­e hasta el final del capítulo cuatro o cinco.

Pero, por el otro, es el final de una era, una suerte de advertenci­a para Netflix y para cualquier otra compañía que aspire a la producción de contenidos originales.

Este negocio se ha vuelto tan grande, caro y complicado que las diferencia­s que las multitudes encontraba­n entre él y lo que veían antes en HBO, Fox e incluso entre élylatelev­isiónabier­taprivadan­acional, están desapareci­endo.

Tan buenas o tan malas para producirop­araalargar­unatelenov­ela o un reality show son Televisa, Tv Azteca e Imagen Televisión como Netflix, HBO o quien sea.

Esta es la verdadera nota de la última temporada de House of Cards. En el arco dramático de sus 73 capítulos se esconden el nacimiento, la expansión, el estancamie­nto y la decadencia de algo que muchos idealizaro­n y que no es ni mejornipeo­rqueloquee­xistíaante­s. ¿O usted qué opina?

Es aburridísi­ma, está llena de lugares comunes y no pasa nada interesant­e hasta el final del capítulo 4

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Sin Kevin Spacey es como sin zombis.

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