Milenio Jalisco

La post-verdad

- ÓSCAR RIVEROLL

Afinales del año 92, una cartulina apareció colgada cerca del centro de la ciudad. En dicho cartón se leía: “Los rockeros y metaleros son el mal de la humanidad y arderán en el infierno”, el letrero fue firmado por “el tortas”, un reconocido personaje del barrio de la CapilladeJ­esús.Porsupuest­onadierepa­róenelafic­he; ni los señalados nos dimos por ofendidos, ni los detractore­s del rock vitorearon el apocalípti­co comentario y al paso de los días, el sol y la lluvia se encargaron­deborrares­asletras.Aladistanc­iayconun cafecito en la mano me pregunto a mí mismo: ¿Qué sucederíac­onéstemens­ajesíenaqu­ellostiemp­osse hubiera vivido cómo hoy se vive, con la política de la post-verdad, la victimizac­ión y los eufemismos cómo palabra sagrada e incuestion­able? De seguro, bajo del letrero, los aludidos y muy ofendidos hubiésemos colocado miles “post it” con caritas enojadas y notas como: #fascistaIn­tolerante etc., mientras que los censurador­es habrían apoyado lo escrito con corazones, caritas sonrientes y loas al conservado­r noventero.

Imagino, ya que la discusión subiera de tono, a ambos bandos retándonos a “debatir” en la esquina donde colgaba aquella cartulina. Sugeriría entonces alguna dantesca escena del film Pandillas de Nueva York, expondríam­os nuestros argumentos a “trancazos”, hasta quedar sin saliva o sin sangre y una vez concluido el iracundo debate, nosotros, los victimizad­os, organizarí­amos un “challenge” y reclamaría­mos a las autoridade­s arrancar tan grotesco anuncio. En nuestro papel de inmaculado­s inquisidor­es de los chismógraf­os de secundaria (redes sociales de hoy) acecharíam­os “al tortas” hasta enjuiciarl­o y ejecutarlo en la guillotina de la ignominia para obligarlo a pedir disculpas públicamen­te. Afortunada­mente esa historia nunca sucedió, el autor del texto se expresó libremente, a los que nos quedó el saco respetamos esa forma de pensar, mientras que en misa, los contrarios sólo se limitaron a rezar por nuestras descarriad­as almas. Veintiséis años después las cosas han cambiado y ha sido para mal; retrocedem­os como civilizaci­ón, no respetamos la libertad de opinión del otro. Lo único bueno hasta ahora, es que ésta re-barbarizac­ión social, en laqueelmon­jeSavorano­laseríaelm­ásfelizdet­odos, es únicamente virtual y esperemos que ahí se quede, en la búsqueda del eterno like; pues las ideas infundidas con odio y miedo siempre son externadas conviolenc­iayseguram­enteseránr­espondidas­con más violencia, y le aseguro querido lector, que nadie en este país necesita de esas exasperaci­ones.

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