Milenio Jalisco

Escapan familias de una crisis que ya no pueden soportar

- PERLA GÓMEZ

Historias como las de “Lizy” y “Francisco” se multiplica­n entre las personas que conforman la Caravana Migrante. PERLA GÓMEZ En Honduras se dio a conocer que se armaba una caravana que partiría rumbo a Estados Unidos.

La noticia se fue replicando hasta que convocó a miles; alrededor de 12 mil ciudadanos del país centroamer­icano que ahora andan por distintos puntos de México.

Entre el grupo se encuentra una pareja de casados de Copan; “Lizy” –como la llamaremos porque pidió se reservara su nombre- fue quien se enteró de la caravana por la televisión, y ese mismo día los dos decidieron emprender el viaje en busca de una vida distinta para ellos y sus hijos.

“Ya debía tres meses de electricid­ad, y otras deudas. Ya no podía más”, dice.

La pareja tomó el viernes un ride en Querétaro que resultó ser directo hasta Guadalajar­a, a donde llegaron ese mismo día junto a otros 25 migrantes.

Fueron de los primeros viajeros de esta caravana en tocar tierras tapatías como parte de su ruta rumbo a la frontera norte que esperan poder cruzar para llegar a Estados Unidos, su destino final.

“La verdad que esa es la meta, porque México no tiene la culpa de lo que nosotros estamos viviendo”, dice la mujer quien se mantiene sonriente y con buen ánimo a pesar de las peripecias con las que se han topado en un mes de viaje.

Salieron de Honduras el pasado 20 de octubre.

En su país, enlista, la pobreza, insegurida­d y amenazas, escasez de empleo, represión, y el aumento del precio en los servicios básicos se han convertido en factores que la mayoría de la población ya no puede afrontar, y que, como a ella, los llevaron a tomar la decisión de andar miles de kilómetros a pie hacia el norte.

En Honduras se quedaron sus cuatro hijos encargados con su mamá, y aunque “ya están grandes, sí me duele haberlos dejado”.

Pero no quería que dejaran sus estudios, ni arriesgarl­os a lo que había escuchado se encontraba en el camino y que ya corroboró.

“Nos hemos encontrado con hombres armados, pero afortunada­mente llega la (Policía) Federal a tiempo y ya no pasa nada… pero sí, en el camino vimos cómo nos secuestrar­on a 16 personas, las subieron a una camioneta, pero nosotros rápido corrimos”, recuerda la mujer, quien hasta antes del 2009 alojaba y cuidaba a extranjero­s que llegaban a Honduras a estudiar español.

Luego del golpe de estado que se vivió en aquél año, los estudiante­s extranjero­s deja- ron de llegar.

“Nos sostuvimos hasta el 2011 todavía con pocos jóvenes, pero del 2011 para acá ya dejaron de ir por la insegurida­d (pública en Honduras) es que desde entonces mi país no está bien”, lamenta.

En el albergue migrante de El Refugio, en Tlaquepaqu­e, se mantiene servicial y amable, es una de las pocas mujeres que había ayer en la casa de asistencia.

Su esposo “Francisco”, también sonriente y de buen humor, prepara las mochilas y organiza las pocas pertenenci­as que se trajeron de su casa, como ropa, para seguir el camino que esperan los lleve a un destino mejor y más próspero para ellos y su familia.

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Esto, claro, creen alcanzar si logran pasar la frontera norte de México y llegar a tierras estadunide­nse donde confían obtener algún trabajo y tranquilid­ad.

“La verdad, que esa es la meta (llegar a Estados Unidos), porque México no tiene la culpa de lo que nosotros estamos viviendo”

“En el camino vimos cómo nos secuestrar­on a 16 personas, las subieron a una camioneta , pero nosotros rápido corrimos”

“Lizy”

Mujer de la Caravana Migrante

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