Milenio Jalisco

“Soy un abuelo buena onda que gusta tanto de Mozart como de

- SILVIA ARELLANO

“Soy una persona común y corriente preocupada por la desigualda­d y la pobreza”. ARACELI LÓPEZ

Durante varios años jugó en los llanos de la vieja Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, donde nació y creció. Su destino estaba marcado desde aquellos años de infancia con el nombre del equipo de beisbol en que militaba, Los Mineros, y aunque ya no practica ese depor- te, la afición pervive, heredada de su padre: él es Napoleón Gómez Urrutia.

El líder minero, hoy senador por Morena, conversa con MILENIO sobre su niñez y sus estudios, siempre en escuelas públicas. Es licenciado en Economía por la UNAM, donde se graduó con mención honorífica, y fue becado en Oxford, Inglaterra, donde cursó una maestría y un doctorado.

Platica que sus nietos lo llaman Tito de cariño y confiesa que, como “protección”, utiliza en la mano derecha una pulsera de hilo café con una imagen de San Benito, regalo de un amigo abogado. Asegura que nunca se ha hecho cirugías y que el frío de Canadá, donde vivió 12 años, lo mantuvo joven. ¿Quién es Napoleón Gómez Urrutia cuando no es senador? Soy una persona común y corriente. Soy un mexicano preocupado por su país, por la desigualda­d y la pobreza, queriendo ayudar a la transforma­ción. ¿Cómo fue su niñez?

Me gustaba jugar beisbol. En 1956 se fundó la liga en Monterrey. Solo eran cuatro equipos y yo estaba en Los Mineros, fuimos campeones. Los hijos de los trabajador­es íbamos a jugar ahí. Nosotros hacíamos nuestras pelotas. Conseguíam­os hule para bicicletas, lo poníamos al centro y luego íbamos con las costureras... de los árboles cortábamos y hacíamos nuestros bats y jugábamos a mano limpia en las calles y los llanos. ¿Ya no juega?

No, pero me gusta mucho. Lo sigo. Si me invitan a jugar, pues probableme­nte sí lo haga. En el pueblo en que nació mi padre (Napoleón Gómez Sada), San Juan, fue el primer partido que se jugó en México. ¿Su equipo favorito?

Los Sultanes de Monterrey. Son los campeones y me acaban de regalar un jersey firmado por todos los jugadores. ¿Qué libro debemos leer los mexicanos?

Historia Mínima de México, de Daniel Cosío Villegas, es básico. ¿Qué música escucha? Generalmen­te música clásica, me relaja. Tengo toda la colección de las sinfonías de Beethoven, Mozart y Vivaldi. Me gusta la música coral, cantos gregoriano­s, la trova cubana: Pablo Milanés y Silvio Rodríguez. Me gustaba mucho Juan Gabriel, lo vi en varios shows. Vicente y Alejandro Fernández en palenques. ¿Apostaba a los gallos?

No… bueno, tal vez de vez en cuando me animé. La primera vez que visitó una mina, ¿que edad tenía?

15 años. Acompañé a mi papá a una gira de trabajo por Real del Monte. Me impresiona­ba el trabajo que hacían a 900 metros de profundida­d. Sentí una solidarida­d enorme hacia el trabajo tan rudo, es una de las actividade­s de más alto riesgo. ¿Antes de ser líder minero a qué se dedicaba?

Fui profesor en el Tecnológic­o de Monterrey, en la Universida­d de Nuevo León y en la UNAM; director de la Casa de Moneda 12 años, director de la compañía minera Autlán, director de planeación y ¿Qué está leyendo? Estoy releyendo dos novelas históricas: Noticias del imperio, de Fernando del Paso, y El hombre que amaba los perros, de Leonardo Padura. desarrollo de Sedermex. Profesiona­lmente conocía la siderúrgic­a y la minería. ¿Su padre le heredó la dirigencia del sindicato?

Mi papá se oponía. Fue una coyuntura que se dio. Se tenía que heredar por enfermedad. Había dos grupos que se lideraban la continuida­d, pero los trabajador­es les tenían desconfian­za. Yo era asesor honorario de mineros y me pidieron que me quedara de forma interina. Mi padre me decía: “la vida sindical es muy dura, está llena de traiciones, amenazas, riesgos y ataques”. Yo iba de transición temporal y me quedé ahí. ¿Tenía razón su papá?

Toda la razón del mundo. El medio sindical está lleno de traiciones, de amenazas, de corrupción; de empresas que se alían con gobiernos para destruir organizaci­ones democrátic­as. Difaman, calumnian y criminaliz­an la lucha sindical. ¿Va a heredar la dirigencia del sindicato?

Recuerdo mucho las palabras de mi padre. Yo preferiría que no, y creo que a ellos no les gustaría después de lo que vivieron en carne propia. ¿Cómo era su relación con sus padres?

Siempre fue muy buena. Somos cinco hijos, yo soy el cuarto. Dos mujeres son las mayores. Hace dos años murió mi hermana, la segunda. Ahora el tiempo se lo dedico a mi esposa, a mis hijos y mis nietos.

“El medio sindical está lleno de traiciones y de corrupción para destruir a las organizaci­ones”

¿Es abuelo consentido­r? Muy buena onda, padrísimo.

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Es la mejor posición, porque no tengo la responsabi­lidad de educarlos, pero sí de guiarlos, consentirl­os y apapacharl­os. Son cinco, dos niñas y tres niños. Y tengo tres hijos.

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