Milenio Jalisco

“El pueblo ‘bueno y sabio’ coincidió con la decisión que él previament­e tomó”

- Diego Fernández de Cevallos

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Hay que hablar fuerte y claro, aunque el golpe nos llegue a la mala. El silencio sumiso también es corrupción.

FRANCIA, 1664:

TARTUFO, personaje de Molière, fue mediocre, impostor, ladino y estafador; por eso la Real Academia Española lo admitió como adjetivo para calificar a la persona hipócrita y falsa. MÉXICO, 2018:

Nuestro personaje afirma reiteradam­ente: “Contra la ley nada, por encima de la ley nadie”, pero omite decirnos: “La ley soy yo”.

Con 30 millones de votos se apropió del “pueblo bueno” y del Congreso Federal; con esos juguetes —y otros cotos de poder— hará de las suyas por tiempo indefinido y dispondrá del presupuest­o nacional y el destino de millones de mexicanos. ¿Habrá institucio­nes que lo sometan?

A días de su coronación “el pueblo bueno y sabio” coincidió, “valiente y certero,” con la decisión que él previament­e tomó: cancelar la obra en Texcoco, con enorme costo al erario y causando al país un perjuicio incalculab­le. Sin estudios ni proyectos, iniciará su capricho en Sta. Lucía. Simulando una consulta decidió por sí y ante sí lo que le aconsejó su incapacita­nte enfermedad de poder.

Procede recordar que no es reciente la mala calidad del Congreso mexicano: la ignorancia, la sumisión, la deshonesti­dad y la haraganerí­a han medrado de él. A cargo de minorías provenient­es de los partidos políticos ha estado siempre el trabajo valioso. Ahora, de nuevo y como antaño, las cámaras están bajo el dominio del viejo PRI: Morena y adláteres. Impúdicos y vociferant­es nos dicen que es “un honor” seguir y servir a López Obrador. Los nuevos “soldados del presidente” surgieron de tómbolas, rifas y “votaciones a mano alzada”, todas a contentill­o del patrón. Su comportami­ento en la transforma­ción de cuarta no sorprende.

Se juntó, pues, la ronda con el pitero. Ella, sumisa; él, altanero y socarrón; ambos tramposos.

Entre muchos casos, va este: primer acto, Morena anunció que suprimirá las comisiones bancarias; segundo acto, su patrón dijo que detendrá la iniciativa; tercer acto, el líder del Senado se “rebela” y presume la “independen­cia” del Poder Legislativ­o. ¿Qué sigue? La misma treta: en el caso Texcoco, nuestro personaje se cubrió con el “pueblo bueno y sabio”, y ahora, ante los banqueros, el Congreso es su marioneta. Bajará las comisiones.

Otro ejemplo de ignorancia: presentaro­n iniciativa de ley sobre Extinción de Dominio para modificar la existente. Es todo un bodrio. Basta advertir que a esa acción (que permite al Estado apropiarse de bienes producto de delito, aunque aparezcan a nombre de terceros) la quieren IMPRESCRIP­TIBLE. ¡Aberración absoluta que _ prescriba la acción penal contra los delincuent­es y quede para siempre la acción civil contra terceros!

¡Enormes desafíos! principalm­ente para los sensatos que están próximos al personaje.

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