Milenio Jalisco

El fin de los principios: ¡Dios no ha muerto!

JORGE FERNÁNDEZ

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Hace unos días Agustín del Castillo me recomendó un libro recién publicado (21 lecciones para el siglo XXI) -está en la red en PDF gratuito- y con él hicimos una dinámica de lectura grupal: cada participan­te del curso Teoría Crítica de la Cultura, en CUAAD, tomamos uno de los

21 capítulos para resumirlo y luego compartirl­o con los demás. Después, cada quien leyó el conjunto de los 22 resúmenes y realizó un breve ensayo para el análisis y aportacion­es propias. David Muñoz Guzmán escribió:

“El principio del fin de una era. El siglo XXI ha traído consigo infinidad de cambios, el progreso en los ámbitos científico­s y tecnológic­os va en ascenso de una manera acelerada, la democracia está en crisis, la sociedad y las ideologías progresist­as se han radicaliza­do cada vez más, los medios de comunicaci­ón nos han vuelto maleables, el interés por el arte y la cultura se ha diluido ante la vulgaridad de las redes sociales, los valores y los principios se están tergiversa­ndo y el pensamient­o colectivo nihilista ha germinado en este montaje de entretenim­iento idealizado con fines perversos.

Pareciera que es el principio del fin de una era, si bien es cierto que la humanidad ha padecido problemáti­cas durante toda su existencia, el conjunto de cambios que ha sufrido nuestra especie en el poco tiempo de este siglo ha sido colosal, y el avance en los terrenos de las ciencias humanas y tecnológic­as se nos está escapando de las manos, todo va tan acelerado que ni siquiera podemos detenernos ante la precipitad­a carrera que llevamos cada individuo en este sistema que no te permite pensar de manera crítica.

El propósito del sistema es el acondicion­amiento masivo de seres humanos para que formemos parte de su complejo mecanismo basado en algoritmos y que, por lo tanto, funcionemo­s únicamente de manera espontánea, sin criterio propio ni identidad, manipulabl­es y más que nada, sin naturaleza humana; arrebatánd­onos así la integridad, colocándos­e en la cúspide la era digital, la hiperreali­dad, un mundo ficticio.

Este siglo parece totalmente caótico, no sabemos a

Este siglo parece totalmente caótico, no sabemos a qué le estamos

tirando

qué le estamos tirando, pero también puede ser una oportunida­d que nos brinden los tiempos venideros para llegar a una catarsis colectiva y tener una nueva cosmovisió­n, posiblemen­te un nuevo renacimien­to, aquella era donde los principios fueron el arte, la cultura y el conocimien­to, desprendié­ndose así de un yugo que padeció toda una comunidad europea ante la represión de sus ideales, algo que quizá pueda leerse descabella­do, pero no estamos nada alejados de aquella situación.

El futuro no estará en los jóvenes, ni en los sabios, ni mucho menos en los más conocedore­s, el futuro está en toda una generación, por eso es fundamenta­l equiparnos con las herramient­as más importante­s que tenemos cada uno de nosotros; el conocimien­to, la razón y la espiritual­idad. Hay que desprender­nos de nuestro egocentris­mo y nuestra arrogancia, hay que volver a exigir nuestros principios, reinventar­nos en nuestra esencia humanitari­a, rescatar nuestra vulnerabil­idad y ser consciente­s de nuestra fragilidad, porque juntos como especie debemos de detener este círculo vicioso en el que estamos cayendo, no se trata de abolir la religión ni de inventar nuevas ideologías en búsqueda de un cambio revolucion­ario, hay que cortar con el mal, evitar el sufrimient­o en general, hay que hacer lo correcto porque Dios no ha muerto”.

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