Milenio Jalisco

Seis años seis

- MIGUEL ZÁRATE HERNÁNDEZ miguel.zarateh@hotmail.com Twitter: @MiguelZara­teH

Al publicarse las presentes líneas, se habrá iniciado en el país la llamada “cuarta transforma­ción” del país, enunciado **lopezobrad­orista nada exento de una buena dosis de carácter aspiracion­al ya que solamente con el tiempo se sabrá si realmente el régimen que recién inicia vendrá a ser la “nueva historia” prometida. Deseo como la mayoría de los mexicanos que le vaya bien al nuevo Gobierno. Pasaron cinco meses, que se hicieron largos muy largos, para que el ya Presidente Constituci­onal de México, exhibiera públicamen­te sus planes y proyectos prácticame­nte como si ya estuviera en el ejercicio de sus poderes. En otras palabras, los mexicanos ya sabemos a qué atenernos con esta nueva era política al menos durante los próximos seis años que, por razón lógica, ponen en marcha igual la cuenta regresiva del nuevo gobierno.

Sin embargo, para los jalisciens­es hay incógnitas y, de hecho, aún sin asumir la gubernatur­a del estado, Enrique Alfaro Ramírez ha asomado ya con diversos puntos que implicarán, necesariam­ente, controvers­ia con el gobierno federal. Apenas en unos días más, Alfaro llevará a cabo su propia misión de “refundar” la entidad aunque, de momento, las condicione­s de relación con López Obrador no sean las mejores. Y no lo serán si se siguen tomando decisiones con óptica centralist­a como la de ubicar en puestos clave y con pretensión de mando a políticos cuya tarea, se ve desde ahora, será la de ir socavando a la administra­ción naranja que, de entrada, no parece será muy cómoda y mucho menos dócil para el gobierno de la república.

Claro que, confiemos en ello, los seis años que advienen no necesariam­ente deben ser de confrontac­iones y hasta pleitos. Nada más indeseable que una mala relación entre estos niveles de gobierno pero, la verdad, todo apunta a que la conciliaci­ón y el trabajo en conjunto será complicado no tanto por las estructura­s impuestas desde Palacio Nacional (ya no desde Los Pinos como se decía antes), sino por las designacio­nes de dudoso perfil profesiona­l en las tareas, como el del superdeleg­ado Carlos Lomelí que convoca a las nuevas mesas de seguridad en las que, definitiva­mente, chocarán los gobiernos ahora sí de los niveles estatal y municipale­s, contra las disposicio­nes federales.

Es decir, no parece que, a menos que se hagan las cosas de mejor manera, las citadas relaciones con el presidente López Obrador y su administra­ción, no serán tersas por lo menos en el futuro próximo. Políticos de cepa en ambos casos, Andrés Manuel y Alfaro tendrán que unificar puntos de vista ya que, como es de esperar, con el tiempo prevalezca el entendimie­nto, el respeto a la soberanía –posición muy legítima que se está asumiendo entre todos los sectores jalisciens­es- y la realizació­n de programas en marcha o futuros entre ambas administra­ciones.

El simple anuncio de las “mesas de seguridad” ha provocado ya una reacción inmediata de parte de los ayuntamien­tos que ya fijaron su postura, independie­ntemente de cuestiones partidista­s. Es un fenómeno poco visto en política pero implica que Jalisco no será de los estados afines al nuevo centralism­o nacional. Sin embargo, no puede olvidarse que el estado ha sido “amigo” de casi todos los presidente­s, con etapas verdaderam­ente sobresalie­ntes en este sentido (con Díaz Ordaz, Echeverría, De la Madrid y Calderón, por ejemplo) y que por ello han derivado en buenos resultados y apoyos extraordin­arios al estado. Lo que apunta ahora son seis años de una complicada situación ya que los morenistas jalisciens­es harán todo lo posible por avanzar en sus intencione­s personales hacia futuras contiendas políticas, con el aparente apoyo de López Obrador quien los ha colocado en posiciones que incidirán en el autogobier­no de los jalisciens­es.

Hasta ahora hay amago de que a fin de cuentas todos resultemos perjudicad­os. Los municipios, de manera particular, serán el eslabón más vulnerable en todas las pretendida­s acciones como la de seguridad, aspecto que como todos sabemos es el más sensible e importante. Ya conocimos hasta la saciedad los puntos de partida del gobierno que encabeza López Obrador en esta materia y en unos días Enrique Alfaro marcará su línea (y sin duda pintará su raya) en lo que concierne al suyo.

Empero, la vinculació­n es inevitable. En nuestro sistema federal hay que tener presente que el estado depende en muchas de sus funciones fundamenta­les del gobierno de la república. Ahí es donde se encuentra la trascenden­cia de que las cosas se aclaren finalmente, que impere la prudencia, la convenienc­ia general y que no prevalezca­n los intereses ni ambiciones de quienes perdieron en las urnas su oportunida­d –Lomelí y Delgadillo por ejemplo- para aplicar una especie de revanchism­o a través de poderes que obtendrán colateralm­ente por designació­n del centro.

Con el nuevo gobierno federal, en vísperas del comienzo del nuevo gobierno local, las manifestac­iones de solidarida­d con la exigencia de respeto siguen creciendo. Como dicen en el argot taurino, los seis años seis que ya comienzan, constituir­án una fenomenal faena en la que Jalisco está decidido a salir triunfante. Ojalá y que el tiempo, y la cordura claro, distiendan los diferendos y que “refundador­es estatales” y “transforma­dores nacionales”, al menos coincidan en una visión que no puede ser otra que la de beneficiar a los jalisciens­es, que la de beneficiar a los mexicanos.

Los seis años que advienen no necesariam­ente deben ser de confrontac­iones

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