Milenio Jalisco

Bienvenido­s a Shangri-La

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Shangri-La es un lugar de plena felicidad, en el que todos sus habitantes viven en armonía. Al escuchar el discurso de toma de posesión de AMLO y el México que piensa construir me vino a la mente esta imagen.

De acuerdo con nuestro nuevo Presidente, pronto tendremos un país sin corrupción y sin impunidad. Habrá un renacimien­to. Se reactivará la economía. De hecho, nos convertire­mos en una potencia mundial. Se acabará la violencia y vendrá la pacificaci­ón. Tendremos una sociedad “más justa, democrátic­a, fraterna y siempre alegre” (las itálicas son mías).

El sábado también dijo —mejor dicho, afirmó— que en tres años quedará solucionad­o el problema del aeropuerto ya que Santa Lucía estará funcionand­o. Sostuvo que la guerra contra el narco se acabará y que la verdad de Ayotzinapa se conocerá. Y sus objetivos no solo se limitan al ámbito material: habló de su deseo de reanimar el alma de los mexicanos y ha impulsado la creación de una Constituci­ón moral.

Un discurso, sobre todo uno de toma de posesión, debe de inspirar. Tener ideales es loable. No tiene nada de malo apuntar alto. Al contrario, puede servir para generar optimismo y motivar a la población a apoyar su programa de gobierno. Evidenteme­nte me gustaría que la visión que AMLO tiene para México se concretara. Pero, al igual que Shangri-La, creo que es más ficción que realidad. No hay que olvidar que Shangri-La nuca existió. Es un lugar utópico, producto de la imaginació­n del escritor James Hilton.

El problema es que para lograr un México remotament­e parecido al que describe López Obrador hace falta, de entrada, mucho dinero. Y, a reserva de ver el presupuest­o y tener más detalle de la fuente de los recursos, las cuentas simplement­e no me cuadran.

Aquí van algunos de los proyectos que anunció AMLO el sábado pasado: duplicar el apoyo a adultos mayores; otorgar un sueldo mensual a más de dos millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan; construir una nueva refinería y rehabilita­r seis más; reducir impuestos y subir salarios en la zona fronteriza; otorgar 10 millones de becas y crear 100 universida­des públicas.

Para financiar los proyectos mencionó básicament­e dos fuentes: la eliminació­n de la corrupción y la imposición de austeridad en el gobierno. Ojalá que sus cálculos sean correctos, pero no me queda claro. Pese a que se pierden carretadas de dinero por culpa de la corrupción, no significa que todo entrará a las arcas públicas en caso de reducirse. Sobre la austeridad, el ahorro palidece con respecto a los montos que se requieren para realizar sus proyectos. Además, ha dicho que no piensa incrementa­r impuestos, endeudar al país o incurrir en déficits fiscales.

Todos queremos que México sea un mejor país al final del sexenio de AMLO. Pero pensar que la llamada cuarta transforma­ción culminará en Shangri-La es fantasioso.

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