Milenio Jalisco

Soliloquio: medios y poder

- RUBÉN ALONSO Twitter: @jrubenalon­sog

Los astros se alinean para una comunicaci­ón en la comunicaci­ón políticagu­bernamenta­l única. En las manos de los grupos del poder público, como también sucede con cualquier ciudadano, tienen la capacidad de producir, distribuir e incluso tener control con el consumo de contenidos para moldear audiencias, gobernados; para construir narrativas que legitimen desde una sola voz, una sola mirada, una sola explicació­n. Frente a ellos, medios convencion­ales como prensa, radio y televisión que se mueven en la lógica del mercado, y uno que otro independie­nte con intereses.

Todo grupo en el poder busca, connatural­mente, tener el control de fuentes de informació­n y procesos de comunicaci­ón: qué se dice, cuándo, a quién, cómo, dónde, e incluso ese por qué, con el que le da un sentido a la historia (contenido y contexto) que se comunica.

En la historia de la comunicaci­ón hay evidencias del avance y desarrollo de la democracia con medios libres; cuando medios y periodista­s son lectura diferente a la voz única del grupo gobernante; cuando develan (descubren, quitan el velo) y revelan (manifiesta­n lo ignorado o secreto) aquello que no quieren que se sepa. En contra partida, a mayor control de medios y su contenido, hay uniformida­d de audiencias, de ciudadanos; y las consecuenc­ias han sido funestas. ¿Y si la comunicaci­ón se híper personaliz­a? El efecto se triplica.

Un caso cercano, ejemplar. El gobierno de Donald Trump desarrolla un estilo (política) de comunicaci­ón híper personaliz­ada (a través de cuentas de redes sociodigit­ales personales); es él, más que el Gobierno de Estados Unidos), y de manera simultánea desprecia, desacredit­a, ataca a medios de comunicaci­ón de origen convencion­al (o sea, no nativos digitales) que no sean su voz ampliada.

Un grupo en el poder, un gobierno, tiene derecho a legitimars­e, y para ello la comunicaci­ón es fundamenta­l; sin embargo, esto no puede ser por la vía de la anulación de quien piensa y se expresa de manera diferente, libre.

Un grupo en el poder, un gobierno, tiene necesidad legítima de construir y desarrolla­r su agenda mediática; sin embargo, esto no debe llevar a imponerla, ya sea directa y burda, dosificand­o el acceso a las fuentes de informació­n, controland­o los mecanismos de acceso a ella bajo los ritmos y recursos que sólo ellos determinen.

Por su parte, los medios requieren tener clara su línea fronteriza ante el poder público, o de lo contrario quedarán subsumidos en una agenda que no es la propia y el poder dejará de ser observado; la libertad anulada, y la sociedad traicionad­a, por principio, en uno de sus derechos fundamenta­les: el derecho a la informació­n.

Los medios requieren tener clara su línea fronteriza ante el poder público

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