Milenio Jalisco

Nueva era en La Luz del Mundo

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La madrugada del 14 de diciembre de 2014, más de medio millón de personas se había congregado en la colonia Hermosa Provincia, en Guadalajar­a. Era una madrugada en la que Dios habría de hacer público lo que él mismo había trabajado en cada corazón de los creyentes. Era el momento en el que, sin saber exactament­e cómo Dios iba a manifestar quién era el elegido por él, se esperaba en oración a Dios, en una extraña calma, en una inexplicab­le sensación de quietud.

A estos instantes la Iglesia los llama manifestac­iones. ¿Qué son o qué fueron esas manifestac­iones? Una manifestac­ión es la forma en que Dios actúa en el hombre para transmitir­le un mensaje. Una manifestac­ión puede ser un sueño, una visión, un pensamient­o, una sensación. Cierto es que eso sucedía en Hermosa Provincia pero también sucedía en otras latitudes del planeta.

En Getafe, al sur de la capital de España, los hermanos se habían unido en oración y, al igual que los que en Hermosa Provincia se encontraba­n, también lloraban a Dios por su consuelo quedando a la espera de la respuesta de Dios. Los vecinos que caminaban esos días por la acera donde se ubica el templo comenzaron a ver –decían- señores vestidos de blanco. También veían a los niños y a las mujeres. Uno de ellos se acercó a los hermanos un día a preguntarl­es que si el hombre que vivía en México iba a ir a verlos. Los hermanos, contrariad­os y desconcert­ados porque ese hombre al que se refería el vecino había dejado de existir, trataron de explicarle que se encontraba­n en dolor y en lloro pero el hombre insistía en que los veía felices y le llamaba la atención el porqué estaban vestidos de blanco. Entonces los hermanos, antes del día 14 de diciembre del 2014, entendiero­n que se estaban preparando porque el hombre elegido por Dios iba a ser conocido por la Iglesia. Acto seguido, al escuchar el nombre de Naasón Joaquín, los hermanos lloraron de alegría, de felicidad y reconocier­on que el hermano Naasón era el elegido por Dios para el apostolado.

Si bien es cierto que esto sucedía en muchos lugares, también hubo muchos creyentes que no tuvieron un sueño o una manifestac­ión de ningún tipo. Ellos creyeron porque su corazón y su mente entendiero­n que así Dios había decidido las cosas. Y lo hicieron porque no hubo un cónclave ni elección para señalar y designar al apóstol de Jesucristo. Tampoco hubo una campaña ultrasecre­ta para captar votos ni para socializar el nombre del hermano Naasón. La Iglesia La Luz del Mundo aguardó el momento sin conocerlo, guardó la fe para ejercerla en su máxima expresión esa semana, entendió la forma en que Dios estaba actuando y, principalm­ente, reconoció en un instante, con una exclamació­n que no dejó duda, que el apóstol de Jesucristo era el hermano Naasón Joaquín.

Al escuchar el nombre de Naasón Joaquín, los hermanos lloraron de alegría

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