La última tentación de Cristo. Una controversia valiosísima Reseña
El proyecto originalmente titulado Pasión, de Martin Scorsese, fue todo un viacrucis. Desde niño el cineasta neoyorquino quería hacer un filme sobre Jesucristo que fuera cero tradicional. Finalmente, después de adquirir los derechos de la novela La última tentación de Cristo, del griego Nikos Kazantzakis, pasó más de una década para que alguna productora se atreviera a financiarla, David Bowie se supone interpretaría a Jesucristo y desde entonces Peter Gabriel ya había empezado la investigación de campo para su musicalización. El músico finalmente sí vería realidad su sueño y defendería el título de la partitura del filme con su nombre original. No fue hasta 1987 que Universal Pictures le daría luz verde a Scorsese con una gran condición: tendría que filmar para ellos en 1990 una película sumamente comercial, que terminó siendo el thriller Cabo de miedo.
Desde que empezó la producción, ahora con Willem Dafoe en el papel de Jesucristo y Bowie como Poncio Pilatos, empezaron las pesadillas: protestas afuera de las locaciones; amenazas de muerte para Scorsese y de boicot para Universal Pictures; grupos descontentos ante la elección de Harvey Keitel como Judas… en fin el filme estaba destinado al fracaso desde antes de que pudiera estrenarse, lo cual solo sucedió en Estados Unidos y fue prohibido en el resto del mundo.
Al paso de los años, gracias a su salida en VHS y Laserdisc, La última tentación de Cristo to
mó nueva vida y las audiencias finalmente reconocieron que la película no merecía semejante escándalo. A final de cuentas, hay que ver la cinta completa para entender que lo único que pregunta tanto Kazantzakis como Scorsese es: ¿No es normal que Jesucristo dudara ser hijo de Dios? Eso es todo lo que el filme propone y lejos de ser un Cristo ceremonioso, lo muestra humano: vulnerable, sensible, capaz de enamorarse y también de enojarse. La tentación famosa a la que se refiere el título no es otra más que eso, una mera fantasía que él mismo se pregunta en la cruz: ‘¿y si no soy el hijo de Dios, por qué he vivido todo esto?’ Al final, Jesús sí cumple su destino.