A la invitaron al cine y así la convencieron de hacerse prostituta
Testimonio de una de las miles de jóvenes víctimas del mundo machista más extremo; el texto, nunca antes publicado en el país, forma parte de la antología británica The Sorrows of Mexico
Mi papá murió antes de que yo terminara la preparatoria. Así fue como se desintegró la familia. Mi mamá y mi hermano se fueron a vivir con mis abuelitos y yo me fui con una hermana de mi mamá, porque mi papá así lo había decidido.
A los 19 años ya iba muy avanzada en la carrera de turismo en la Universidad Tecnológica del CentrodeVeracruz,peroteníaquetrabajar. Lo hacía en una zapatería y una tienda donde vendían ropa y accesorios. Un sábado me dieron media hora para salir a comer. Fui al parque de la ciudad y a lo lejos vi a un chico. Me observaba muchísimo, hasta que fue a tirar un envase vacío cerca de donde yo estaba; creoquelohizoapropósito.Empezamosaplaticar.Medijoquesellamaba Alex, que era de Querétaro, quetenía25añosyestabaesperando a un amigo con el que iba a buscarempleadosparaquetrabajaran conélenPuebla.Yoledijequeyase me estaba haciendo tarde, así que tenía que regresar a mi trabajo, me estaban esperando. Él me pidió mi número de teléfono. Como tonta, se lo di, y él me dio el suyo.
Era alto, delgado, moreno y a veces los ojos se le veían aceitunados —creo que se ponía pupilentes—. Usaba un fleco, cabello lacio, vestía ropa entallada, por lo regular camisetas color fucsia o negras pero garigoleadas, y pantalones entallados, tipo acampanados, y zapatos picudos o tenis blancos. Tenía un auto Bora blanco que parecía del año. En ese carro llegó a ver a mi familia.
A mi tía le había dicho que él mantenía al hijo de su hermana y que de vez en cuando apoyaba a su familia, ya que tenía 7 departamentos en Puebla en renta y que iba por 15 y luego por 50 departamentos. Quería lucirse con mi familia y lo había logrado.
Y luego me iba a ver, salíamos a comer o a cenar. Siempre se mostró como una persona respetuosa. Me proponía que me quedara con él en un hotel y yo le decía que eso no era para mí y él me decía que no habíaproblema,quemerespetaba. Hastaqueundíalemandéunmensaje
para decirle que me tenía que mudar a otro pueblo de Veracruz a hacer mis prácticas profesionales. Después me dijo que si íbamos a terminar, había que hacerlo bien. Nos citamos en Córdoba, Veracruz, en el parque. Yo estaba muy triste y él trataba de convencerme. No te puedes imaginar la labia y el don de persuasión que tenía.
Asíquedespuésdetantoinsistir me convenció y me llevó a Puebla. Esamismatardenosfuimos.Leadvertíquealdíasiguienteregresaría yqueélteníaquerespetarme,pero no fue así. Al llegar a Puebla hizo conmigo lo que quiso. Así que tuve quequedarmeconél.Losprimeros días me trataba bien, salíamos de compras y paseábamos como una pareja normal.
El príncipe de Persia
Durante los primeros días que viví con él en Puebla, de repente me empezó a platicar que tenía un amigo cuyas esposas trabajaban como prostitutas y que ganaban muy bien, hasta 20 mil pesos semanales. Luego empezó a hablarmedeunaamigasuyaqueeramuy pobre y que tenía un hijo, a la cual él había ayudado explicándole cómo estaba el mundo de la prostitución. Según él, su amiga se metió a trabajar y en un año había conseguido tener una casa grande de dos plantas en León, Guanajuato, así como una camioneta nuevecita de agencia.
Un día me soltó la pregunta directa: ¿Trabajarías para mí como prostituta? Yo le respondí de inmediato que qué le pasaba, que si estaba loco. Después de eso, todos los días me preguntaba lo mismo. Luego empezó a insistir más cuando llegaba tomado. Me decía pendeja, loca, estúpida, que la mujer que no ayudaba a su marido valía mierda y que yo tenía que dar la vida por él, así como él la daba por mí.
Y ahora puedo ver que, como yo siempremenegaba,undíadecidió cambiar de táctica y me invitó al cine. Yo estaba muy emocionada porque era la primera vez en mi vida que iba al cine. Fuimos a Cholula, Puebla. Vimos la película de El príncipe de Persia. De regreso paramos en un restaurante y él me dijo: Flaca, estás muy bonita, pero ya no puedo continuar contigo. Siguió hablando mucho hasta que acabó diciendo: Te ofrezco tres opciones: la primera es que te doy 300.000 pesos y te vas y terminas la carrera, pero entre tú y yo ya no habrá nada de nada»; la segunda opción era que me enviaría mil pesos semanales, aparte de ropa y comida, con sus empleados, pero que entre yo y él ya no habría nada; la tercera opción es que te quedes a trabajar como prostituta para mí.
Me lo había puesto difícil. Si yo regresaba con mi familia ya no me querrían, ni me verían con los mismos ojos. Bueno, por desgracia y después de insistirme mucho acepté la última propuesta que me había hecho. A esas alturas, él ya no era mi novio. Yo no tenía papá, pero tenía padrote.
Viaje a La Merced
Había conocido como esposa de un amigo del padrote a la chica que me enseñó cómo se tenía que trabajar en ese ambiente y a decirme cuánto tenía que cobrar.
Luego el padrote nos llevó a las dos a la terminal para tomar un autobús a Ciudad de México. Durante el viaje nos sentamos en la parte trasera y ella empezó a contarme todo el rollo. Cosas como cuánto tenía que cobrar por las posiciones. Llegando tomamos el metro rumbo a La Merced. Ella tenía una habitación aen el hotel Necaxa. Recuerdo que era la nú
Dijo que tenía 7 departamentos en Puebla en renta y que iba por 50. Quería lucirse con mi familia y lo había logrado.