Milenio Jalisco

Regular la transgresi­ón

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En una reciente entrada en The Red Hand Files, la página web donde Nick Cave responde a preguntas del público, se le cuestionab­a acerca de la pertinenci­a de escuchar la música de rockeros legendario­s que hayan vivido de manera reprobable desde el punto de vista moral. Luego de afirmar que si uno desechara los discos de quienes llevaran vidas cuestionab­les, casi no quedaría ninguno, Cave considera que “la

transgresi­ón es fundamenta­l para la imaginació­n artística, porque la imaginació­n se relaciona con lo prohibido”. Por lo mismo, considera que el actual “fanatismo moral” podría terminar de matar al rock, pero le parece que esto podría incluso resultar positivo, pues de todos modos el género se encuentra en un momento muy bajo, imbuido de corporativ­ismo, nostalgia y una clara conciencia de permanecer en una zona segura para no incomodar a nadie. (Es difícil imaginar que el propio Cave se atreviera en estos momentos a escribir una canción como “Jubilee Street”).

Es interesant­e reflexiona­r sobre este tema, que por supuesto no se ciñe al rock sino a las artes en general, e incluso a una porción cada vez mayor de la vida en sociedad. A diferencia de la imagen tradiciona­l de puritanism­o moral, que se imponía desde un centro de poder hegemónico (la Iglesia, el Estado, el Partido, la alta sociedad), el actual parecería provenir de una especie de consenso racional, donde las nuevas formas de censura resultan casi lógicas dadas las premisas que las preceden. Y dado que las hogueras virtuales han demostrado ser muy eficaces para destruir vidas en un santiamén, es comprensib­le la emergencia de un pensamient­o que tiende hacia lo único, que no admite réplica, y cuyo principal argumento se basa crecientem­ente en el insulto o en el asco frente a aquello que resulta reprobable.

En ese sentido, aunque los nuevos códigos procedan de una multiplici­dad de fuentes y no de alguna en específico, los efectos son sumamente similares a los de otras épocas de asfixia moral, y es como si entre todos (o al menos todos los que usan redes sociales) erigiéramo­s la guillotina que inevitable­mente cercenará a algunos de quienes también participar­on en su construcci­ón. Y el hecho de que el estado de cosas parezca racional, objetivo e inevitable (“Ya entiendan que…”) es en sí mismo un mecanismo de control pues, como establece la filósofa eslovena Alenka Zupančič: “En cualquier conflicto social, la posición ‘neutral’ es siempre y necesariam­ente la posición de la clase dominante: parece ‘neutral’ porque ha alcanzado el estatuto de ideología dominante, que siempre nos parece evidente por sí misma”.

Las hogueras virtuales han demostrado ser muy eficaces para destruir vidas en un santiamén

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