Jalisco y la 4T
El mismo día que López Obrador ganó la presidencia, la mayoría en las cámaras, Veracruz, Ciudad de México y un sinnúmero de alcaldías y congresos locales, ese mismo día perdió Guanajuato, Jalisco, Yucatán y varias ciudades muy importantes como Monterrey, Guadalajara, Querétaro, San Luis Potosí, San Perdro Garza García, Saltillo, Torreón, León, Irapuato, Chihuahua, Ciudad Juárez, Zapopan y
hasta Tonalá y Tlaquepaque.
La mayoría de sus candidatos eran unos perfectos desconocidos y me atrevería a pensar que mientras menos conocidos más oportunidad tuvieron de ganar.
La marca AMLO fue tan poderosa como un tsunami que arrastra casi todo a su paso. Y digo casi, porque como lo hago constar líneas arriba, hubo quienes fueron capaces de oponer una campaña exitosa a los morenos y derrotarlos el mismo día que su líder arrasaba en las urnas.
¿Qué pasó entonces en Jalisco? Su candidato, de quien solo recuerdo que se apellida Lomelí, no fue capaz de presentar una campaña que lo identificara con la 4T y su líder. No recuerdo ni una sola idea, una buena imagen o algún spot que nos hiciera vibrar o reflexionar. Y lo peor, tampoco Alfaro se esforzó mucho como cuando irrumpía en la escena con piezas de comunicación innovadoras y disruptivas que ponían a temblar lo mismo al PRI que al PAN y a rebosar de emoción a sus aliados Emilio, Rosales y Taylor, quienes se le adhirieron con desmedida pasión, hundiendo a su propio partido y allanándole el camino a una victoria que habría de esperar seis años, mientras que el PRI regresaba por cosas que dejó olvidadas en casa Jalisco 18 años atrás.
Esta vez, literalmente, no tuvo necesidad de despeinarse y con la inercia que ya traía, Alfaro logró un incuestionable triunfo que incluso de manera colateral apagó al otrora refulgente fenómeno Kumamoto y lo hizo volver a su **hípster realidad.
Pero Alfaro no nació ganando, conoce la derrota y ha tenido que vencerse a sí mismo, tragarse su orgullo y volver a empezar como cuando perdió frente a Aristóteles, guardó la arrogancia para después y se puso a trabajar.
¿Qué tendría que hacer ahora Lomelí? Lo mismo. Ni más ni menos.
Pero Alfaro no nació ganando, conoce la derrota y ha tenido que vencerse a sí mismo