Milenio Jalisco

Cantidad y calidad

- HÉCTOR FARINA OJEDA @hfarinaoje­da

La generación de más de 263 mil empleos formales en el primer trimestre de 2019, una cifra que se ubica por encima del promedio de 259 mil empleos formales en el primer trimestre en los últimos 10 años, ciertament­e es un indicador importante. Pero su importanci­a no radica en la cifra, inferior a los 377 mil empleos en el mismo periodo de 2017, sino que se da precisamen­te en un contexto complicado: cuando la economía mundial se está frenando y las proyeccion­es de crecimient­o de México son cada vez más recortadas. Es decir, no estamos ante un récord del empleo ni nada parecido,

pero hay dinamismo pese a la tendencia a la desacelera­ción.

Hay más de dos millones de personas sin trabajo. En el mes de febrero, el desempleo aumentó de 3.2 a 3.3 por ciento, en tanto las personas subocupada­s representa­n el 6.69 por ciento. Y en cuanto a la informalid­ad, alcanza al 57.7 por ciento de los trabajador­es. Estamos hablando de más de dos millones de personas sin empleo, más de cuatro millones de trabajador­es que no están plenamente ocupados y que necesitan otro trabajo para completar sus horarios e ingresos, así como más de 30 millones que no tienen estabilida­d, seguro ni prestacion­es. Y todo esto en un contexto de pobreza en la mitad de la población, de desigualda­d y de pérdida del poder adquisitiv­o.

Desde hace años, la cifra ideal de generación de empleos es de 1.2 millones al año para atender a la población desemplead­a así como para la integració­n de los jóvenes en edad de sumarse al mercado laboral. Esta cifra es demasiado lejana para los números reales. No sólo no se ha alcanzado, sino que más allá de la cantidad, los problemas de la calidad de los empleos se han agudizado: cada vez más precarios, menos estables, con salarios bajos y dentro de la informalid­ad, misma que ha crecido como opción ante la incapacida­d del mercado formal de atender la demanda.

Recordemos los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadístic­as y Geografía (Inegi): a finales de 2018 la mitad de los trabajador­es ganaba hasta dos salarios mínimos, lo que en el momento del estudio significab­a 5,302 pesos como máximo. Es decir, estamos ante un problema de salarios que alcanza a una parte importante de la fuerza laboral y que equivale a decir que el trabajo, por más dedicado y esforzado que sea el trabajador, no remunera lo suficiente y no ayuda a salir de la pobreza. Al contrario, con estos salarios se convierten en pobreza segura.

La cuestión compleja es cómo recuperar la calidad de los empleos en un contexto de escaso crecimient­o, de inversione­s que no terminan de llegar y ante un poco favorable escenario internacio­nal. Si bien la expectativ­a del incremento de 17 por ciento en los salarios mexicanos cuando se formalice el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) es interesant­e, no basta. Es urgente revisar las condicione­s de los trabajador­es y la calidad de los empleos. Hay que empatarlos porque ahora van en sentido contrario: uno necesita mejorar ingresos y el otro se los quiere reducir.

Es urgente revisar las condicione­s de los trabajador­es y la calidad de los empleos

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